Ricardo observó cómo Carrie Wright colocaba cuidadosamente las tazas de café caliente en la mesa de café de cristal frente a él con sus manos temblorosas. Siempre le había resultado fascinante lo nervioso que se ponía el personal de su esposa alrededor de él.
Sus ojos se movieron por el interior de la oficina de su esposa en el Emerald Hotel y solo un pensamiento perduraba en su mente: a ella realmente le importaba este lugar. Más que cualquier otra cosa.
—Esta habitación luce drásticamente diferente de lo que tiene en el Grupo JFC. ¿Entonces es este su intento de expresarse? Es extraño. No me siento cómodo aquí en lo absoluto.
Una vez que la secretaria de Amelie finalmente dejó la habitación, Ricardo tomó la taza de café negro humeante en su mano y preguntó con una voz objetiva:
—¿No vas a volver a la mansión en absoluto? También es tu casa, sabes.