Xavier bajó las escaleras, buscando con la mirada a Selene, pero no la vio por ningún lado.
Vio a Kael, que estaba mirando su teléfono.
—¿Dónde está Selene? —preguntó.
Kael se tensó al oír la voz de Xavier. Era tan cortante que apostaba a que le habría cortado la garganta si se hubiera demorado un segundo más en responder.
—Están en la sala de pintura de mi madre. Ella le está mostrando a Selene sus cuadros —respondió tan rápido como si tuviera comida caliente en la boca.
—¿Y dónde está Tracie? —preguntó al no ver a la otra.
—Está descansando en su habitación —respondió Kael.
Cuando la cara de Xavier se relajó, él volvió a su teléfono. No podía culpar a Xavier. Tracie había avergonzado a Selene en la mesa de comedor, pero la última había logrado llevarse la ventaja y sonrió aprobatoriamente.