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La Tarjeta Dragón Negro emitida por el Banco del Imperio Dragón era imposible de falsificar. Su característica distintiva era el diseño del Dragón Dorado, elaborado en oro auténtico con intrincados grabados de códigos semejantes a los chips de la tarjeta. Más allá de su valor estético, estos grabados cumplían una función crucial. Incrustados en el chip, se encontraban los detalles bancarios encriptados, asegurando transacciones seguras. Además, una marca anti-robo prevenía que dispositivos no autorizados accedieran a la información de la tarjeta. En esencia, funcionaba como un búnker fortificado en forma de tarjeta, accesible solo para su legítimo dueño.