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Xing Shu estaba en el coche de Cheng Lang; la atmósfera era tan incómoda que se podría cortar el aire con un cuchillo. La fuente de esta tensión era Nie Heng. La mirada de Nie Heng era como un rayo láser mientras escaneaba a Xing Shu de la cabeza a los pies. Xing Shu no pudo evitar inclinarse hacia Cheng Lang. Un sudor frío le brotó en la espalda.
Nie Heng se burló y deliberadamente estiró sus piernas en un movimiento territorial, empujando a Xing Shu hacia un rincón. —Primero Xiao Zhuo, luego Ron. Xing Shu, eres muy ambiciosa —dijo Nie Heng.
Nie Heng había visto a Xing Shu y Ron charlando alegremente cuando regresó al salón después de completar el papeleo de la compra.