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—Vine a verla —dije, con una voz tan firme como la suya.
—¿Por qué, quién es ella, tu amiga, una hermana perdida hace tiempo, fuiste tú quien la envió aquí en primer lugar? —se burló.
—Estaba aquí para saber por qué no se fue cuando ya la habías liberado —igualé su tono, y él suspiró.
—¿Tienes alguna idea de lo que podría haber pasado si no hubiera venido a tiempo? Ella te habría acusado de golpearla, y luego imagina todo el trabajo duro para volver a hacerte un lugar en la alta sociedad, para que puedas iniciar tu propio negocio, habría sido en vano ya que te habrían etiquetado como una mujer violenta y loca. Y entonces incluso esas joyas gratuitas que habías fabricado y las charlas dulces no habrían funcionado más —su voz era baja, pero preocupada. ¿Estaba preocupado por mí! ¿Pero por qué?
—Habría manejado como siempre lo he hecho, aún tengo mi ingenio, su alteza —respondí, ¿cómo podría ser amable y arrogante al mismo tiempo?