```
El estudio privado del Vizconde Sebastián Marden daba a la carretera principal que conducía a la propiedad. Podía ver el lujoso coche negro que se acercaba por su pavimento de piedra, custodiado por algunos otros coches detrás de él.
Sus ojos se estrecharon al ver las placas reales, sabiendo que la pequeña puta de una sobrina había traído a su amante con ella. Como madre, como hija, utilizaban su encanto para conseguir maridos poderosos.
Observó con la barbilla alzada cómo ella salía del coche negro. Sus piernas se deslizaron elegantemente hacia fuera y, por un momento, pensó que veía a Addison. Cabello rubio largo como oro fundido, ojos verdes brillantes que dejaban en vergüenza a los bosques y una expresión recatada, podría haber jurado que era Addison.
—Unos días en el castillo y ya olvidó su etiqueta —siseó el Vizconde Marden. Estaba descontento con sus pantalones negros bien ajustados, hechos a la medida como si fuera a una importante reunión de oficina.