Cheng Songyang tenía un ligero aroma a colonia en su cuerpo. El olor era suave y era fácil bajar la guardia. Era tan gentil e inofensivo como su apariencia. Sostenía a Bai Youyou. Su voz era suave cuando dijo, —El suelo está frío. Youyou, levántate rápido. —Hizo una pausa, luego la consoló en voz baja, —Sé que te sientes mal, pero tienes que cuidar tu cuerpo. Si algo te pasa, el Presidente Bai y la Sra. Bai estarán muy tristes. —Su voz parecía tener un extraño ritmo. Ayudó a Bai Youyou a sentarse, sus dedos delgados tocaban sus rodillas, como si estuviera pensando en cómo consolarla, pero también como si estuviera expresando algo.