—Segundo Hermano, ¡no le hice daño a la Abuela! —Jiang Yue miraba a Gu Zhou suplicante, como si esperara que Gu Zhou la defendiera—. Todo lo que he hecho ha sido por el bien de la Abuela.
Gu Zhou simplemente se quedó allí en silencio, irradiando una aura fría en todo su cuerpo.
—Segundo Hermano, la Abuela me crió desde pequeña. ¿Cómo podría ser tan ingrata? —Jiang Yue miraba a Gu Zhou con ansiedad, las lágrimas rodando por su rostro. Parecía extremadamente lamentable. Quienes no supieran lo que pasaba pensarían que alguien la había intimidado.
—Si no has hecho nada para decepcionar a la Abuela, ¡entonces júralo! —Qiao Nianfeng dijo ligeramente.
—Segunda Cuñada, ¿cómo puedes decir eso? —Jiang Yue preguntó entre lágrimas—. Mis padres ya sufrían mucho en vida. ¿Por qué todavía quieres perturbar sus almas?