—Qin Lu estalló en risas.
—Al leer el mensaje de Nan Yan, pasó su lengua por sus dientes que picaban.
—Parecía que la perspectiva de la pequeña necesitaba un poco de realineación.
—Nan Yan esperó casi medio minuto, pero cuando no recibió más mensajes de Qin Lu, soltó un resoplido suave y guardó su teléfono.
—Media hora después, el coche se detuvo frente a la puerta de la familia Cheng.
—Cheng Yanzhao la estaba esperando allí.
—Señorita Nan —Cheng Yanzhao la saludó al bajar del coche.
—Era un hombre refinado y elegante, exudando un aire de aristocracia, llevándose como un manual de etiqueta ambulante.
—Hmm —Nan Yan respondió casualmente—. Vamos adentro.
—Cheng Yanzhao escuchó sus palabras asertivas pero solo respondió con una sonrisa gentil, diciendo, «Por supuesto».
—El conductor de la familia Qin fue señalado por Nan Yan para regresar a la residencia Qin. Alguien más la enviaría de vuelta más tarde.