ALEX
En este mismo momento estábamos en el hospital esperando a que nos dijesen algo de Gabriela. Estaba enfadado y demasiado preocupado como para prestar atención a la familia de ella. No lograba entender el porqué de que Roberta se lo dijese ahora que todo estaba bien, por culpa de ella, Gabriela es este mismo momento estaba siendo atendida en las urgencias del hospital, aunque también debo admitir que ella se veía considerablemente mal después de lo que pasó con ella, por lo que mi enfado bajaba un poco.
-Mi niño, debes calmarte. Gabriela va a estar bien.
-Eso espero abuela.
-Ya verás que sí, ella es una chica fuerte que se sobrepondrá, como hace con todo.
Justo en ese momento sale la doctora que estaba atendiendo a Gabriela con el embarazo y se acerca a mí.
- ¿Cómo están doctora?
-Bueno, a Gabriela le dio un ataque de ansiedad y en este preciso momento está estable. Lo que me gustaría saber es por qué le dio el ataque de ansiedad si por lo que me contaste desde que saliste del hospital estaba mejor.
-Es…
-Es porque yo le conté lo que me dijo usted el día que estuvo ingresada. Pienso que debía de saberlo, que ya iba siendo hora porque realmente no era consciente de que su embarazo seguía siendo de riesgo.
-Entiendo, la tendremos un par de horas bajo observación y dependiendo de su evolución la daremos de alta más tarde o mañana. Puedes pasar a verla si quieres.
- ¿Y el niño?
-El niño está bien, no te preocupes por ellos. Si quieres entrar, puedes hacerlo. Más tarde me pasaré por la habitación para explicarte con detalles la situación del embarazo de Gabriela.
Asentí y no dude ni un segundo en entrar a su habitación. Me acerqué a ella y me senté a su lado, cogiéndole una mano y dándole un beso en la mano.
-Espero que te mejores hermosa y así podernos ir a casa. No quiero que nada ni nadie te altere más. Te protegeré sobre todas las cosas.
Estuve por lo que se me hicieron horas mirando para ella, quería que despertase e intentar tranquilizarla, porque sé de sobra que no iba a estar tranquila, y en este momento era lo que más necesitábamos los tres, ellos para estar bien, y yo para estar más tranquilo. Es justo en ese momento en el que la doctora entra en la habitación, cierra la puerta y se acerca por el otro lado de la camilla de Gabriela revisando los botes que le tenían y las máquinas que estaban enganchadas a ella.
-Bueno, parece ser que los medicamentos están haciendo efecto. Su ritmo cardíaco es más bajo que hace un rato.
-Eso es bueno ¿no?
-Pues sí.
- ¿Saldrá hoy de aquí?
-Pues aún no lo sé, eso depende de lo alterada que se despierte.
-Entiendo. Entonces explícame qué es eso del embarazo de mi mujer, ¿qué es lo que pasa exactamente?
-Bueno, pues en una de las ecografías vimos que al parecer vuestro hijo no está desarrollando bien los pulmones. Aún es demasiado pequeño para verlo con claridad, pero lo consulté con otros obstetras y piensan lo mismo que yo.
- ¿Eso es malo?
-No es tan malo, puede que con el avance del embarazo sus pulmones se desarrollen rápidamente, pero tendremos que controlar más a menudo el embarazo, ya no llega con una vez al mes.
- ¿Y qué propones?
-Una vez cada dos semanas, y dependiendo de cómo vaya se podrá reducir o aumentar.
-Vale, pero en caso de que sus pulmones no se desarrollen como deben ¿Qué pasará?
-Pues, lo más probable es que le hagamos una cesárea a tu mujer para poder salvar a vuestro hijo y lo tendremos durante un tiempo bajo observación hasta que veamos como eso mejora.
-Después de que se recupere y eso todo no le pasará nada, ¿verdad?
-Puede desarrollar alguna enfermedad, no grave, pero sí que puede llegar a afectarle a la respiración.
- ¿Y qué enfermedad sería?
-Primero de todo, la gran mayoría de los casos no presentan una enfermedad después de eso, solo el cero coma cero dos por ciento desarrolla algún tiempo de enfermedad respiratoria.
-Eso me tranquiliza, pero sigo preguntando qué enfermedad sería.
-Asma y alguna más del nivel del asma, eso deberías de consultarlo con un experto en el área.
- ¿Y con ella?
-Ella estará bien, al principio a lo mejor puede tener algún tipo de molestia o dolor, pero que será lo más normal después de la operación.
- ¿Por qué no nos lo dijiste antes?
-Yo sí que lo dije en el momento en el que tu mujer estuvo ingresada, ella estaba delante, pero supongo que por la medicación que le teníamos en ese momento no se enteró de gran cosa.
-Roberta dijo que no lo sabía.
-Mi deber como su doctora es decírselo, y es lo que hice, ahora si quieres puedo volver a repetirle luego cuando despierte de nuevo todo, esta vez me aseguraré de que no esté bajo los efectos de los medicamentos.
-No es necesario, ya se lo explicaré yo.
-Como quieras, si cambias de opinión, avísame. Creo que empezaré a quitarle la medicación para que vaya despertando. En cuanto despierte haces que me avisen, vendré a verla cuanto antes.
-Gracias.
Con eso, salió de la habitación dejándome a mí solo con Gabriela. Tenía que pensar una manera de explicarle la situación, porque al final no era tan mala por decirlo de alguna manera. Sí, me preocupaba que le pudiese pasar algo a nuestro hijo y a Gabriela, pero por lo que dijo la doctora, no tiene por qué ser nada malo, que lo más probable es que el niño fuese desarrollando los pulmones durante el embarazo, eso era lo que me mantenía calmado, y pensando en eso me quedé dormido a su lado, agarrando de su mano.
No sé qué es lo que me despierta exactamente, pero me despierto rápidamente mirando hacia Gabriela, viendo que tiene lágrimas en los ojos, por lo que me levanto rápidamente y le doy un abrazo que no tarda en devolverme.
-Todo está bien hermosa… no pasa nada…
-Nuestro… nuestro hijo…
-Está bien y lo va a estar. Preciosa, te contaré todo, pero antes de nada debes relajarte, esto no os hace nada bien a ninguno de los dos.
La acerqué aún más a mi pecho y ella escondió su rostro allí. Pude notar como lentamente se iba relajando. Le envié un mensaje a mi madre para que avisase a la doctora de Gabriela de que ya había despertado, porque tengo más que claro que no me pensaba mover de su lado, no ahora que me necesitaba. Estaba sentado sobre la camilla con Gabriela en la misma posición de antes cuando entra la doctora en la habitación.
-Gabriela, necesito que te separes de Alex para que pueda revistarte.
Ella negó con la cabeza, y de ser en otro momento, no permitiría que ella insistiese, pero en este momento lo más importante era que Andrea, la doctora, la revisase y se asegurase de que estaba bien como para poder irse a casa.
-No te preocupes hermosa, no me iré. Estaré aquí, a tú lado.
Con esas palabras salió de su escondite y se quedó mirando para mí. Podía notarla nerviosa, pero la cogí de la mano y le sonreí, lo que pareció que la relajó un poco más.
Pasado unos minutos, Andrea dijo que se podría ir a casa, pero que necesitaba mantener la calma y cualquier cosa, que tomase las pastillas, pero estoy más que seguro que no las iba a tomar, no era de esas personas que rompían las promesas.
Cuando terminó de cambiarse y yo de recoger sus cosas salimos de allí y nos dirigimos a casa. Para mi suerte me habían hecho caso cuando les pedí que se fueran a casa a descansar, que ella estaba bien y le contaría cualquier cosa, que nos veríamos en su casa por la mañana, porque ahora lo que necesitaba Gabriela era tranquilidad, y eso solo lo conseguiría en este momento en mi casa. Sé que con Ana a su alrededor también ayudaría a que estuviese calmada, por lo que decidí que iría a por ella.
Por el camino, se quedó dormida, y una media hora más tarde llegamos a casa de Marcos. Sin hacer demasiado ruido, me bajo del coche y me dirijo hacia la puerta en la cual peto y Carlota no tarda nada en parecer. Debo admitir que se veía sorprendida al abrir la puerta y empezó a mirar por fuera, supongo que para encontrar a Gabriela.
-Está dormida en el coche si la buscas.
-Entonces ¿qué haces aquí?
-Venía a por Ana, para mantener a Gabriela tranquila y eso.
-Está bien, ahora mismo voy a por ella, estaba muy preocupada por ella que se encerró en su habitación y no salió desde que llegamos a casa.
-Carlota, ¿quién es…? Ah, hola Alex, ¿qué haces aquí?
-Vino a por tu hermana para que la ayude a mantener a Gabriela tranquila.
-Ah bueno, si quieres subo a por ella.
-No es necesario, ya voy yo cariño.
Se dieron un beso y ella entró en la casa para ir a por Ana. En ese momento dirijo mi mirada al coche pare ver si Gabriela había despertado o algo, pero seguía dormida, lo cual me tranquilizó un poco.
- ¿Cómo está? ¿Qué es lo que le dijo la doctora?
-Que debe mantenerse tranquila.
-Entonces ¿lo que dijo Roberta es cierto?
-Eso parece.
-Lo siento, de verdad.
-Por lo que me contó puede que cambie durante el embarazo y se ponga bien, pero que en caso de que eso no pase, tendrán que hacerle una cesárea y mantener en observación al niño hasta que tenga los pulmones fortalecidos.
-Pues esperemos que sea la primera opción y no la segunda. Gabriela no lo pasaría nada bien en caso de ser esta.
-Estoy seguro de que no, pero sé que no va a ser necesaria la segunda opción.
-Esperemos que sea así.
En eso aparece Ana con una pequeña sonrisa en el rostro, pero se podía notar la preocupación en él. Le estiro la mano para que me la coja, nos despedimos de los chicos y nos dirigimos al coche.
- ¿Mami está bien?
-Está mejor, pero tienes que ayudarme.
- ¿A qué?
-Tu madre debe mantenerse tranquila, ¿crees que me podrás ayudar con eso?
Pude ver como asintió con rapidez mientras le abría la puerta y le ponía el cinturón. Cuando terminé, me metí en el coche y nos dirigimos hacia casa, donde un par de minutos antes de llegar, Gabriela despierta.
-Mierda, me he quedado dormida.
-No pasa nada hermosa, necesitas descansar. Eso es bueno para los dos.
- ¿Te encuentras mejor mami?
Con esas palabras, Gabriela se gira en la dirección de Ana y parece sorprendida al verla allí sentada con una gran sonrisa en el rostro.
- ¿Ana? ¿Qué haces aquí?
-La traje porque hace tiempo que no pasáis una tarde de madre e hija, por lo que decidí que lo podíais hacer esta tarde.
- ¿Y tú mientras que vas a hacer?
-Ya veré lo que hago, estaré en casa por si necesitas algo.
-Yo quiero jugar contigo Alex.
-Pero debes pasar tiempo con tu madre, pequeña.
-Y lo puedo hacer mientras juego contigo también. Tía Carlota me dijo que mami no podría jugar conmigo como lo hacía durante un tiempo para que tu bebé esté bien.
- ¿Qué tu tía qué? Claro que puedo jugar contigo.
-Y nadie te lo niega hermosa, mientras no suponga un esfuerzo para ti.
-Mami, yo quiero cuidar de ti como lo haces conmigo.
-Eso no es lo que debes hacer princesa, eres una niña.
-Soy grande… Puedo cuidarte.
El puchero que se le formo en el rostro a Ana convencería a cualquiera de que hiciese lo que ella quisiese, y creo que era lo que pretendía en este momento, porque Gabriela no tardó nada en ceder.
-Está bien… Pero seguirás yendo a la cama temprano, tocando la guitarra y practicando canto.
-Vale.
Con eso llegamos a la casa, Gabriela un poco más tranquila de lo que estaba cuando salimos del hospital, y Ana con una gran sonrisa en el rostro. Se va hacia el lado de Gabriela, la coge de la mano y las dos se dirigen hacia la casa mientras yo me quedo mirando para ellas embobado.
-Amor, ¿Te vas a quedar ahí mirando o vas a venir?
-Voy ahora mismo, vosotras id entrando a la casa.
-No somos fantasmas para atravesar la puerta, Alex.
En cuanto Ana dice eso, Gabriela se echa a reír y yo me golpearía la cabeza por ser tan estúpido de no haberlo pensado antes. Debería de darle una llave a Gabriela, al fin y al cabo, también es la casa de ella, aunque pensándolo bien, debería pedirle que se mude a vivir conmigo, a pesar de que es lo que hace ya básicamente, pero no estaba de más en pedirle.
-A ver Alex, que mami va a coger frío.
-Ya voy, ya voy. Eres una niña muy impaciente me da la sensación, Ana.
-No lo sabes tu bien.
-No lo soy mami.
-Claro que lo eres princesa, pero eso no es malo.
Nos echamos a reír y en cuanto encuentro las lleves de la casa, abro la puerta para que pasen y cierro sin despegar la vista de ellas ni un segundo.