Sus ojos se elevaron de golpe y encontró a Rafael mirándola.
—Yo... yo... era... solo... —una risita nerviosa se escapó de sus labios—. Dean es solo un amigo, y yo...
—¿Por qué explicaciones, Marissa? —le preguntó él con la voz más suave, había un gentileza en sus ojos—. No te pedí ninguna explicación —dijo él con una sonrisa de suficiencia y un encogimiento de hombros.
Marissa se quedó desconcertada. —¿Quieres decir que tú...?
Avanzando lentamente, él se acercó y luego se detuvo a cierta distancia. —Venía a hablar con Jorge. Y luego quería verte.
—¿Querías verme? —le preguntó ella, colocándose el dedo índice en el pecho. La familiar sensación de emoción estaba de vuelta en el fondo de su estómago cuando sus ojos verdes se fijaron en los de ella, una sutil sonrisa se dibujaba en sus labios mientras él se acercaba un paso más.