—¡Mierda! —Marissa sentía como si sus manos ardieran. Rápidamente guardó su teléfono en el bolso intentando olvidar el mensaje.
Era como si Rafael no tuviera nada en las manos y fue muy apto en su respuesta. Yendo a la sala de reuniones aturdida, casi había imaginado miles de escenarios y mensajes de texto en su cabeza.
—No, Rafael. No te extrañaba. :-)
—Rafael. Estoy ocupada. Hablamos después.
—Hey, Rafael. ¿Cómo están Valerie y Nina? Salúdalas de mi parte.
—Marissa —dijo Delinda en tono bajo—, tienes de nuevo esa mirada soñadora en tu cara. ¡Déjala y concéntrate!
Marissa aclaró su garganta y se sentó. Había un bajo murmullo en la habitación hasta que las puertas se abrieron y Joseph entró seguido por Dean.
Comenzaron a levantarse como señal de respeto, pero él levantó su mano, gesto para que permanecieran sentados.
—¿Cómo están todos? —preguntó formalmente y comenzó a estudiar el archivo colocado delante de él.