LISA
Soy un instrumento de precisión.
O bueno, mi muñequera lo es.
Vale, la palabra precisión puede que sea exagerar un poco. Si estoy a unos cincuenta metros de mi objetivo, podría conseguir darle un solo golpe en una pelea real.
Pero el verdadero punto aquí es que, si le doy a mi objetivo, su cabeza va a explotar. El poder que tengo en una sola muñequera puede que se me esté subiendo a la cabeza un poco.
—¡Madera! —grito alegremente, aunque no hay nadie cerca del árbol que ahora cae.
La pluma del Gran Sabio rasca su bloc de notas con energía maníaca. Su cabello blanco se eriza en todas direcciones, como si hubiera sido electrocutado. Lo cual, conociéndolo, es totalmente posible.
—Excelente trabajo hoy, Lisa. Los cálculos de la trayectoria son perfectos. —Me mira por encima de sus gafas—. Tu puntería ha mejorado significativamente, e incluso hemos aumentado la economía del consumo de energía.
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