Lucas se desplaza, arrastrándose sobre mi cuerpo hasta que su boca queda suspendida sobre la mía. Su aliento barre mis labios, sus ojos ardiendo en los míos. —Dime lo que necesitas, compañera —susurra, voz ronca de excitación—. Dime lo que quieres que haga.
Quiero que me devore. Que me haga olvidar todo salvo la sensación de él contra mí, dentro de mí.
—Dilo —insiste, sus labios rozando los míos—. Dime lo que quieres.
—Tú —susurro, manos deslizándose por sus costados—. Te quiero a ti.
Su miembro está duro contra mi muslo, grueso y caliente. Rodeo con mi mano, acariciándolo lentamente mientras él me besa. No es suficiente. Ni de cerca.
—Ya me tienes —gruñe, mordisqueando mi mandíbula—. Siempre.
Su boca encuentra la mía, devorándome en un beso brutal que me deja sin aliento. Mi mano se desplaza entre nosotros, guiándolo hacia mi entrada. Caliente. Cálido. Todo lo que necesito, mientras la anticipación hace temblar mis muslos.