—¿Qué estás intentando hacerme?
La cara de Kenzo se puso pálida, incapaz de decidir si debería preocuparse por cómo detener su sangrado o asombrarse por la gente fuera del círculo. Kenzo escuchaba vagamente todo lo que había ocurrido. Los gritos de Dustin al principio le sonaban lejanos, pero cuanto más lo intentaba, más fuertes eran los llantos de Dustin en sus oídos.
Antes de que Kenzo lo supiera, salió de su trance y recuperó la conciencia.
—Qué… —se interrumpió cuando sus ojos cayeron al suelo.
Al volver la vista, sus ojos se dilataron y su respiración se entrecortó. Todas las personas tumbadas inmóviles detrás de él eran gente muy familiar. Todos sangraban de la muñeca, lo que le hizo tragar nerviosamente.
—No. —Sacudió la cabeza, queriendo retroceder pero no podía. Kenzo intentó levantar el pie, pero solo le llegaba una sensación de familiaridad. ¿No era esta la sensación que tenía cuando comía fuera de la tienda de conveniencia con Quentin?