—¿Cómo podía una persona consolar a otra, sabiendo todo el tiempo que era ella quien más les estaba hiriendo? Era un misterio que Fil no podía entender al principio.
Había conocido a Mariana incluso antes de graduarse de la universidad. Habían sido buenas amigas desde entonces, viéndose triunfar en la vida. Conocían los secretos de la otra — grandes o pequeños. Fil confiaba en Mariana con todo su corazón y alma, sabiendo que Mariana siempre estaría ahí para ella como su mejor amiga.
Aun así, mientras consolaba a Fil, abrazándola tan calidamente y dulcemente, Mariana había estado sosteniendo un cuchillo en su espalda. No es de extrañar que la gente lo llame apuñalar por la espalda.
Si esto no se llamaba maldad, Fil no sabía cómo llamarlo.
—Fil —Mariana soltó lentamente a Fil, acariciando la mano de esta última—. Lamento que esto haya sucedido.
—¿Por qué lo lamentas? No es como si fueras la razón de nuestra ruptura.
—Lo sé, pero aún así lo siento.