PUNTO DE VISTA DE JESSICA
Jessica volvió a entrar a la cocina y luego dejó caer la bandeja que había usado para servir las diversas delicadezas y recogió una jarra.
—¿¡Para qué diablos es eso!? —le espetó el chef—. A las sirvientas no se les permite tomar lo que pertenece a los Alfas.
El rostro de Jessica se puso rojo.
—No es para mí, sino para uno de tus señores —dijo.
Le lanzó una mirada despectiva.
No ocultaba el hecho de que odiaba a la manada del lobo creciente y a sus miembros.
Eso era normal porque todos los demás los odiaban por colonizar su manada.
—Él exigió que le trajera comida —dijo con molestia.
El chef la examinó de arriba abajo y luego resopló con irritación.
—Bien, adelante —dijo.
Entonces Jessica arrebató la jarra de vino y avanzó a paso de tormenta por el pasillo para encontrarlos dentro del salón.
Dejó la jarra junto a él, pero el lobo le agarró el brazo y la tiró de vuelta.
—¡¿A dónde demonios crees que vas?! —exigió—. ¿Esperas que me sirva yo mismo?