— ¿eso te convertirá en mi juguete?
—Tampoco quiero ir a la guerra, puedo servirle de sirviente si así lo desea pero no iré si no es por voluntad propia —explique mi punto.
—Entiendo, nadie quiere ir a un lugar donde bombas les haga salir volando —comento riéndose.
De inmediato hizo un nuevo contrato y con magia corto mi dedo para que saliera un ápice de sangre.
— ¿Por qué me corto?
—No tenemos una pluma —dijo riendo, apenas firme el centrado una marca en mi mano se hizo presente.
— ¿Qué significa esto? —pregunte.
—es por si escapas, ahora eres de mi propiedad, por lo que no podrás morir a menos de que yo lo desee o por vejes, tampoco podrás servirle a nadie hasta que yo termine mis experimentos contigo, también debiste leer las condiciones del contrato antes de firmar —dijo muriéndose de risa.
— ¿Qué… decía? —pregunte mientras parte de mi cuerpo se bañaba en un sudor frio.
—según mis condiciones, no podrás salir de mi mansión a menos de que yo lo desee, no dejare que tengas paz y lo más importante, no te podrás negar cualquier sufrimiento que te haga sentir.
—maldito desgraciado…
—llévenselo. —dijo a la par que dos de sus sirvientas me sacaban del cuarto.
Ya estando afuera, las sirvientas me sacaron del cuarto además de que me llevaron a mí y a Emilia a una habitación para ambos.
Emilia se sorprendió por lo grande que era nuestra cama y se puso a jugar con unas cosas que habían, mientras yo jugaba con ella unas sirvientas nos trajeron nuestra comida.
Lo curioso de la servidumbre de esta mansión es que tenían máscaras de gas en todo momento, como si eso ayudara a que su identidad no fuera descubierta.
— ¿Cuándo llegara mamá? —Pregunto Emilia mientras comía —cuando llegue quiero que me lea u cuento —dijo alegremente.
De pronto sentí un nudo en la garganta que me impidió seguir comiendo, pero no podía seguir evadiendo el tema durante mucho tiempo ya que mientras más tiempo duraba más duro seria explicarle.
—mamá… está trabajando, pero llegara cuando pueda —respondí con la mirada baja y trate de no sentir mi propia hipocresía.
Al poco tiempo ambos nos quedamos dormidos, pero me levante al escuchar unos ruidos fuera de la habitación.
Me levante de la cama con cuidado y sin hacer ruidos hasta llegar al pomo de la puerta.
Con sigilo la abrí y mire a los al rededores sin ver a nadie pero sintiendo un fuerte golpe en la cabeza que me dejo totalmente inconsciente.
[…]
Ya en la mañana me desperté junto a Emilia como si lo que me había pasado en la madrugada no hubiera pasado.
Un tiempo después de que ambos nos despertáramos dos jóvenes (supongo yo que también eran parte de la servidumbre) vinieron y nos dieron ropa.
La joven se encargó de bañar a mi hermana y el joven a mi (por mucho que me negara lo hizo).
— ¿Qué tal su estadía? —pregunto el joven mientras me lavaba el cabello.
No conteste, solo miraba el baño admirando lo bonito y elegante que se me hacía, era enorme, incluso más que mi casa, con cerámicas blancas y una tina enorme, un lavabo blanco además de varios accesorios que me hipnotizaban, era la primera vez que me bañaba en un ligar tan elegante.
— ¿señor? —pregunto el joven devolviéndome a la realidad.
—le pregunte qué tal había sido su estadía —comento echándome un poco de agua para quitarme el jabón.
—Bastante buena —comente con nerviosismo, aunque estábamos en un lugar con bastante vapor el joven no se quitaba la máscara, lo que me ponía nervioso.
—espero que siga pensando lo mismo de ahora en adelante… por cierto ¿no le duele la cabeza? —pregunto presionando un chichón que tenía… de la noche pasada.
De pronto un escalofrió recorrió mi cuerpo — ¿Qué significa eso? —pregunte inquieto pero tratando de mantener la calma.
—es una advertencia al igual que una bienvenida a la ''familia'', espero que no rompa las reglas y se mantenga al margen, ''señor''.
— ¿cual… cuáles son esas reglas? —pregunte asustado de la situación, si bien, yo era más alto que él, se notaba que el joven me podía ganar en una pelea, además de que también parecía más joven.
—la primera: no robar, si lo hace será castigado. La segunda: si lo consideramos una molestia será castigado La tercera: cualquier falta de respeto al señor de nuestra casa: será castigado. La cuarta: si sospechamos que es una persona que pueda llegar a arremeter con el señor de esta casa, lo castigaremos, la quinta: si falla en algo lo castigaremos, todo será con los métodos correspondientes o los que veamos necesarios así que le recomendamos que cuide su boca y no hable de mas —hablo con un tono autoritario que fácilmente se podía considerar amenazante.
— ¿Cuál sería mi castigo si incumplo una de esas reglas? —pregunte con nerviosismo.
—como no podrás morir por métodos comunes ya que el contrato del señor de la casa lo estipula, si podemos castigarte con el desmembramiento de miembros como paso ayer con la parte superior de tu cráneo —dijo con tranquilidad —termine de asearlo, puede levantarse para secarlo.
Hice lo que me pidió y deje que me secara y vistiera por miedo de que volvieran a abrirme la cabeza, la joven que se había encargado de bañar y alistar a mi hermana le había puesto un vestido que el duque le había preparado con anticipación y a mí me dio un traje parecido a los que los dos jóvenes usaban, llegamos al comedor donde se encontraban ocho personas encargadas de la servidumbre, además de mí, mi hermana y Pendragon, nos sentamos aparentemente por jerarquía ya que también se sentaron las personas encargadas de mantener este lugar limpio, mi hermana y yo nos sentamos de últimos.
Obviamente Pendragon se sentó antes que todos nosotros, él estuvo sin decir nada por un tiempo hasta que bajo su mano indicando que, por lo que veo, significaba que ya podíamos sentarnos.
Me encargue de alimentar a Emilia para que no se ensucie pero aparentemente eso llevo a que varios en la mesa me miraran.
Pendragon también me miro con indiferencia pero a con un aire de curiosidad.
—Emilia, ¿puedes acercarte? —pregunto él con una mirada tranquila y con una sonrisa serena.
Antes de eso Emilia me miro como si me estuviera pidiendo permiso a lo que yo asentí.
La niña se acercó tímidamente hacia Pendragon, él solo la cargo en sus y acerco una silla para que ella se sentara junto a él.
Él empezó a darle comida, lo que me alerto de inmediato ya que Emilia no dejaba que la alimentara nadie a parte de mi o mi madre.
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