Era el año 473, los dos imperios más Fuertes peleaban por proteger sus tierras del otro, oh… eso dicen, para mi es una guerra ridícula que ha durado más de la cuenta.
Se supone que como soldado del imperio de los Dioses debería estar orgulloso de portar un arma y matar a los enemigos de un señor que mueve las piezas del tablero sentado en un trono.
La única ventaja que tiene ser soldado en estos tiempos, es la gran suma de dinero con la que puedo costear el tratamiento de mi hermana.
Por no decir que también es la única manera de poder estar en la unidad de Perserus, que era la que más dinero daba.
Con tan solo tomar el examen y aprobarlo ya me aseguraba una buena suma de dinero, por no decir que podía declinar la oferta por la causa de familiar enfermo.
— ¡Jeankins! —me llamo una voz desde la lejanía, a la que le preste suma atención, era mi superior quien llevaba alrededor de cinco minutos diciendo mi nombre.
Me levante de mi asiento para dar el saludo correspondiente, a la vez que algunos compañeros se reían de mí por estar siempre en las nubes.
Mi superior suspiro, ya acostumbrado de mis escapadas a la luna —acércate a mi escritorio —dijo el hombre prendiendo un cigarrillo.
Mientras me acercaba a él podía escuchar los leves murmullos de mis compañeros riéndose de mi uniforme desgastado —dígame… —hable casi como si estuviera susurrando.
—tu pago. —comento cortante y tirando el sobre con dinero en su escritorio —tienes las notas suficientes para ir a la academia que quieras y ser entrenado, pero con tu cuerpo… —dijo mirando de reojo a mi delgado y débil cuerpo.
No negare que mi superior tenía razón, aunque igual, lo único que quería era tomar el examen e irme con el pago.
—Entrenare duro… —mentí y fui directamente a mi asiento.
Si bien, el ejército te enseñaba algunas cosas básicas del estudio y a empuñar un arma, ir a una de las academias podía abrirte las puertas ya que el estudio es mejor, enseñan a controlar las magias básicas y te pagan por empuñar dicha arma, por no decir que si tienes suerte te pueden poner a trabajar bajo el mando del rey.
[…]
Ya estando en mi habitación recogí mis cosas antes de que mi compañero de cuarto viniera, tener el título del ejército no me interesaba en lo más mínimo, igual saldré como graduado en los documentos y con o sin él, podre tomar el examen.
Salí por la ventana, ya que si lo hacía por la puerta podrían obligarme a esperar hasta una semana para poder recibir mi título.
Al ser las cinco de la tarde debía apurarme si quería tomar el examen que empezaba a las seis y media, por no decir que la academia estaba a una hora caminando, también debía buscar un lugar cercano para poder cambiarme de ropa.
Esto era demasiado complicado para lograrlo, pero por suerte había caminos que los nobles y la policía desconocían.
Camine por unas cuantas calles hasta encontrar una reja que conducía a unas escaleras con las que podía subir a los tejados de las personas y de esa manera acortar un poco el camino.
Hasta poder llegar hacia una alcantarilla de la que no se puede acceder a menos que haga todo lo anterior, llegando a dicha alcantarilla tenía que bajar sin resultar herido, lamentablemente no podía, ya que había vidrios pegados al tejado que impedían que pudiera bajar cómodamente.
—maldición… —dije teniendo que saltar, lamentablemente la caída era demasiada como para no romperme un hueso en el proceso.
Mire mi bolso de reojo, tal vez si lo tiraba podía amortiguar un poco la caída… —no. Igual me rompería el trasero, no traigo casi nada.
Lo único que me quedaba era tratar de sujetarme a uno de los vidrios para no caerme gravemente —usare mi mano izquierda… —me dije a mi mismo confirmando mi acción.
Me sujete del vidrio intentando no cortarme las venas, para después tratar de sujetarme con mis pies de su ventana, volteando abajo me di cuenta de la gran caída que tenía.
—mierda… —susurre, después de unos largos cinco minutos logre agarrarme del barandal de la ventana y así sujetar mis pies en la viga que tenían.
Ahora venía lo más difícil, era tener que saltar en cierta zona donde tenían trigo y heno, con suerte desde aquí podía lograrlo, pero si hacía mucho ruido posiblemente me escucharían y llamarían a la policía.
Primero tire mi bolso hacia ese lugar por si ayudaba de algo —pensándolo bien, debí haberle hecho caso al estúpido de Zedric y haberme llevado la almohada.
Con un salto de fe me tire hacia el montículo de heno, trigo y mi bolso, tuve suerte de que el golpe no hubiera sido tan grave… pero aun así dolió mucho.
Viendo mi reloj, note que solo me quedaban unos cuarenta minutos para llegar.
Corrí hacia la alcantarilla y la levante con todas mis fuerzas, me metí como pude y trate de no respirar el putrefacto olor.
Corrí por los caminos que debía intentando que una rata no me tocara hasta llegar una calle cerca de la academia.
En ese mismo lugar me desvestí y me puse el traje que había heredado de mi padre además de ponerme el collar que me regalo mi madre.
Subí las escaleras y abrí la tapa de la alcantarilla, corrí hasta la academia, aunque, antes de llegar me detuvo un guardia.
—Déjeme pasar… por favor… —le rogué.
—el examen está a punto de terminar —explico marcando la hora en su reloj, mire el mío donde decía que quedaban unos veinte minutos y note que estaba roto, todo este tiempo mi reloj tuvo unos diez minutos adelantados.
—con cinco minutos me basta… por favor… déjeme pasar, tengo mis papeles y en el registro salgo como graduado con el cargo de militar —explique.
—No muchacho, inténtalo el año que viene —dijo agitando su periódico e ignorándome.
—dígame algo, ¿la cerca esta electrificada? —pregunte.
—eh. No, es una cerca normal —comento.
—Bien —le tire mi bolso a la cara para después retroceder y correr para tener impulso y trepar mejor la cerca, por suerte logre treparla y correr con todas mis fuerzas mientras el guardia me perseguía.
Logre llegar al salón sin que el guardia me alcanzara y entre — ¿puedo tomar el examen? —le pregunte al maestro encargado.
El docente miro su reloj y asintió sonriente — ¡un momento! —Grito el guardia —él… esta arrestado por allanamiento —dijo con dificultad.