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38.09% Sombras de la gran guerra / Chapter 8: Capitulo VII. La cripta del cementerio

Capítulo 8: Capitulo VII. La cripta del cementerio

El cementerio de Łódź se alza como un testigo silencioso de las vicisitudes de la vida y la muerte a lo largo de los siglos. Con una extensión vasta y majestuosa, este camposanto es un laberinto de lápidas y mausoleos que se entrelazan en una sinfonía de formas y estilos arquitectónicos. Aquí, en este lugar de descanso final, convergen múltiples culturas y tradiciones, reflejando la diversidad y la riqueza de la ciudad de Łódź.

Al caminar por los senderos serpenteantes del cementerio, uno se encuentra con una mezcla ecléctica de monumentos funerarios que abarcan desde la sencillez austera hasta la opulencia extravagante. Hay lápidas de mármol blanco que brillan bajo el sol de la tarde, grabadas con elegantes inscripciones en varios idiomas. Mausoleos imponentes se alzan como guardianes silenciosos, adornados con esculturas de ángeles y figuras mitológicas que parecen cobrar vida en la penumbra.

Entre las sombras que se alargaban con el atardecer, Kamil se desplazaba cuidadosamente en busca de una cripta en particular. Sus pasos eran silenciosos y cautelosos, como los de un felino acechando a su presa. La luz mortecina que filtraba entre las ramas de los árboles proyectaba sombras fantasmagóricas en su camino, envolviéndolo en un halo de misterio y suspenso. El anciano hombre, vestido con ropas desgastadas por el tiempo, era un ser sumamente oscuro y extraño. Su mirada penetraba las oscuras sombras, buscando las pistas necesarias para descubrir e lugar que buscaba.

Kamil se detiene frente a un viejo mausoleo, apenas de pie entre la maleza que cubre la antigua cripta de piedra. Las puertas de hierro oxidado ceden con un quejido siniestro bajo su empuje, revelando un pasaje oscuro y misterioso que se adentra en las profundidades de la tierra. Sin titubear, Kamil avanza hacia la oscuridad, sus pasos resonando en el silencio sepulcral mientras se sumerge en las sombras que parecen cobrar vida a su alrededor. Su figura se desvanece lentamente en la penumbra, como un fantasma que se desliza entre los recovecos del inframundo, dejando tras de sí apenas un eco susurrante de su presencia en el cementerio.

Al internarse en la tumba, baja a través de unas escaleras que lo lleva a una cámara secreta que se encuentra bajo la cripta, ahí se encuentra con un grupo de siete figuras encapuchadas, todos reunidos en un amplio salón excavado en la roca, cuya entrada está camuflada tras la fachada de la tumba de un desconocido. Kamil sabe que este círculo selecto se autodenomina la Logia de las sombras, aunque la solemnidad de su propósito parece contradecir la oscuridad que los rodea. Aun así, la caverna resplandece con una luz artificial, emanando de una intrincada red de cables eléctricos que serpentea por las paredes, proyectando sombras danzantes sobre las figuras reunidas.

La bóveda, escondida en las profundidades de la tierra, era un espectáculo para contemplar. De tamaño monumental, su techo se perdía en las sombras, creando una sensación de inmensidad y de misterio que provocaba escalofríos en la espina dorsal. El aire estaba impregnado de una antigüedad indescriptible, como si los ecos de épocas pasadas todavía resonaran en sus muros de piedra.

En el corazón del recinto, tallada en el suelo de mármol erosionado por los siglos, se observa una figura enigmática que evocaba la imagen de un árbol. Sus ramas se extendían en todas direcciones, como si buscaran abrazar el infinito, tejiendo un complejo patrón de símbolos y runas cuyo significado se perdía en la nebulosa del gran recinto. Cada línea grabada en la piedra parecía narrar una historia diferente, cada curva susurraba un secreto oculto, como si el árbol fuera un antiguo guardián de sabiduría silenciosa. La figura emanaba una energía tangible que parecía latir al ritmo de un antiguo pulso, un eco lejano de un tiempo olvidado.

Rodeando la figura del árbol había estanterías altas llenas hasta el borde con libros de todo tipo y tamaño. Algunos estaban tan desgastados que parecían a punto de desmoronarse al más mínimo toque, mientras que otros brillaban con encuadernaciones de cuero pulido y títulos grabados en oro. También había pergaminos enrollados cuidadosamente y apilados en montones y ordenados, esperando pacientemente ser descubiertos.

Esparcidos por toda la boveda se encontraban objetos extraños y fascinantes: máscaras talladas en madera y hueso con expresiones grotescas y cautivadoras, cristales de colores brillantes que parecían emitir una luz propia, instrumentos musicales de formas y tamaños desconocidos, e incluso pequeñas figuras de animales y criaturas mitológicas, cada una más detallada y realista que la anterior.

Las figuras encapuchadas se movían entre estos tesoros con reverencia, sus manos enguantadas rozando suavemente los lomos de los libros y los pergaminos como si fueran reliquias sagradas. El silencio en la boveda era casi total, roto solo por el suave murmullo de las voces y el ocasional chasquido de un paso dado.

Con voz profunda y resonante, el líder comenzó a hablar, sus palabras reverberando en la caverna como un eco ancestral. "Hermanos", dijo, su tono cargado de solemnidad. "Hoy nos reunimos para honrar la antigua tradición de nuestra Logia, una tradición que se remonta a tiempos inmemoriales."

Mientras hablaba, el líder hizo un gesto hacia el altar, donde un pergamino antiguo reposaba en un atril de piedra. "Este pergamino contiene el registro de nuestros antepasados, aquellos que fundaron esta Logia con el propósito de preservar el conocimiento y proteger los secretos del pasado", continuó. "Desde entonces, hemos sido los guardianes de la sabiduría oculta, los custodios de la luz en medio de la oscuridad."

Con cada palabra que pronunciaba, el líder infundía un profundo sentido de reverencia y solemnidad en la asamblea, recordando a los presentes la trascendencia de su misión y el legado que habían heredado. Mientras relataba el origen ancestral de la Logia, las sombras parecían estremecerse, como si el pasado mismo estuviera presente entre ellos, reafirmando su sagrado deber de proteger los misterios y secretos del mundo.

En uno de los extremos de la caverna, como si fuera un altar macabro, se encontraba una roca a manera de altar, mucho mas alta que las que se encontraban en el cementerio. Las paredes estaban adornadas con símbolos misteriosos y grabados antiguos, mientras que en el suelo yacían velas encendidas, arrojando sombras danzantes sobre las figuras encapuchadas que rodeaban el altar.

A medida que Kamil se unía al grupo, una sensación de temor y anticipación se apoderaba de él. Sabía que aquella reunión estaba impregnada de secretos oscuros y peligros insondables, y que su participación en ella podría cambiar el curso de su destino para siempre.

Kamil, con una expresión de curiosidad y cautela, se dirigió al líder de la Logia de las Sombras con una pregunta que había estado pesando en su mente desde que se fue convocado por el grupo.

Kamil, con la mirada fija en el líder de la Logia de las Sombras, no pudo contener su curiosidad por más tiempo. Con voz firme y respetuosa, preguntó: "¿Por qué he sido llamado de nuevo a este sagrado círculo? ¿Y qué propósito nos reúne esta noche?"

El líder, con su capucha sombría ocultando su rostro, se volvió hacia Kamil y le respondió en tono solemne: "Has sido convocado porque es necesario que le lleves mas descubrimientos a nuestros visitantes. En cuanto al propósito de nuestra reunión, todo será revelado a su debido tiempo."

Kamil respondió con una silenciosa aceptación, complacido con la explicación del líder. No obstante, un cambio sutil en el ambiente llamó su atención hacia un aspecto que previamente le había pasado desapercibido: cada uno de los integrantes de la Logia portaba máscaras de piel que encubrían sus caras, confiriendo un aire de enigma y anonimato a la reunión.

Las máscaras, elaboradas con meticuloso detalle y fina artesanía, parecían sacadas directamente de una época olvidada. Hechas de piel suave y flexible, adornadas con intrincados grabados y ribetes dorados, las máscaras evocaban una elegancia macabra propia del siglo XIX. Los ojos huecos de las máscaras parecían observar a través de la oscuridad con una intensidad inquietante, como si guardaran secretos ancestrales detrás de su fachada imperturbable.

Kamil sintió un escalofrío recorrer su espalda al darse cuenta de la naturaleza enigmática de aquellos que lo rodeaban. La sensación de estar rodeado por figuras enmascaradas le recordó la fragilidad de la verdad y la facilidad con la que la identidad podía ocultarse bajo un simple disfraz. Sin embargo, también comprendió que cada máscara encerraba una historia única y un propósito particular dentro del círculo secreto de la Logia de las Sombras.

Con una mezcla de intriga y cautela, Kamil aguardó pacientemente a que el líder revelara el siguiente paso en el misterioso ritual que los había convocado aquella noche en la oscuridad subterránea del cementerio.

El individuo al mando, rodeado de oscuridad pero proyectando una presencia poderosa, observó a Kamil durante un instante antes de pronunciar las siguientes palabras con solemnidad: "Nuestro propósito, estimado compañero, consiste en proteger la sabiduría ancestral y desentrañar los misterios perdidos en la historia". "Nosotros somos los protectores de la historia clandestina, los guardianes de la verdad que permanece sepultada bajo velos de olvido y enigma."

Kamil observó al líder de la logia con una expresión de incredulidad. "Si ustedes son los guardianes de todo ese conocimiento perdido", dijo burlonamente, "¿por qué necesitan la inteligencia del Dr. Von Braun? ¿Acaso no son lo suficientemente sabios para desentrañar los secretos por sí mismos?"

El líder, con su capucha ocultando su rostro, emitió una risa gutural que reverberó en la caverna. "La inteligencia del Dr. Von Braun es una herramienta que puede resultar útil en nuestros designios", respondió en tono enigmático. "Los hilos del destino se entrelazan de maneras que a veces escapan incluso a nuestro entendimiento. Confía en que cada pieza de este rompecabezas tiene su lugar y su propósito".

Kamil frunció el ceño ante la respuesta críptica del líder, sin estar satisfecho con la evasiva. Sin embargo, sabía que cuestionar abiertamente a la Logia era arriesgado, y optó por guardar sus pensamientos para sí mismo por el momento.

La asamblea se prolongó, envuelta en un manto de silencio tenso, y el líder se sumergió en una deliberación intensa sobre los vastos y arcanos saberes que ansiosamente buscaban descifrar y resguardar. Las figuras encapuchadas, apenas visibles bajo la tenue luz de las antorchas, asentían en un acuerdo silencioso mientras susurros y murmullos en un antiguo dialecto polaco serpenteaban a través de la caverna, creando una melodía inquietante que se mezclaba con el eco lejano de las gotas de agua que caían del techo de piedra.

El líder asintió lentamente, reconociendo la validez de la observación de Kamil. "Es cierto", admitió con calma. "A lo largo de los siglos, gran parte de nuestro conocimiento se ha desvanecido en las brumas del pasado. Pero eso no nos detiene en nuestra búsqueda. La guerra es la mejor oportunidad que tenemos para realizar descubrimientos y hacer experimentos sin ser juzgados", agregó, su voz resonando en la caverna con una mezcla de determinación y un dejo de preocupación.

El líder sonrió bajo la capucha, su mirada fija en Kamil . "Así es, viejo gitano", dijo. "Juntos, desentrañaremos los misterios del pasado y abriremos las puertas hacia un futuro de luz y conocimiento y la vida eterna."

A pesar de su número reducido, la presencia de los hombres encapuchados emanaba un aura de poder y autoridad. Sus movimientos eran precisos y coordinados, como si estuvieran siguiendo un plan meticulosamente elaborado. Cada gesto, cada palabra, parecía estar imbuida de un propósito mayor, un propósito que Kamil apenas podía comenzar a comprender.

Mientras permanecía entre ellos, Kamil se sintió abrumado por la solemnidad del momento. Sabía que había sido convocado por la Logia de las sombras por una razón, una razón que aún no entendía por completo. Pero a medida que observaba a los hombres encapuchados, con sus símbolos del sol brillando en la oscuridad, comenzó a darse cuenta de que estaba a punto de embarcarse en un viaje que lo llevaría más allá de los límites de lo conocido y lo familiar.

Kamil asintió solemnemente, su gesto apenas visible bajo la sombra de su propio capucho. Sabía que estaba atrapado en un juego peligroso, actuando como intermediario entre dos fuerzas opuestas sin revelar su lealtad a ninguna de ellas. "Entiendo", respondió con voz firme, ocultando sus propias dudas y temores bajo una máscara de determinación.

El líder de la Logia de las sombras continuó con su tono grave y urgente. "Cada vez que te pregunten de dónde has conseguido estos objetos, debes decirles que son hallazgos descubiertos en las tumbas antiguas", instruyó. "Explica que el paso del tiempo ha dejado al descubierto secretos ocultos que solo aquellos con ojos entrenados pueden ver."

Kamil asintió una vez más, permitiendo que cada sílaba de las indicaciones resonara en su mente, un eco persistente que le recordaría su misión en este complejo tablero de ajedrez de intriga y misterio. A pesar de que las piezas del rompecabezas no eran claras para él.

El líder de la Logia de las sombras entregó a Kamil un pergamino notablemente deteriorado, cuyos extremos lucían manchados de humedad y cuya superficie mostraba las marcas del inexorable paso del tiempo. "Aquí tienes tu siguiente encomienda", declaró con solemnidad, mientras Kamil aceptaba el pergamino con respeto. "Deberás persuadir a Helga de que este documento contiene los nombres de aquellos que en el pasado de Lodz han custodiado algún secreto, una pista de mayor valor del que aparenta".

Aunque Kamil escuchaba las palabras del líder con atención fingida, en su interior solo resonaba una voz: la del interés personal. Para él, la Logia de las Sombras era simplemente una fuente de ingresos, un medio para llenar sus bolsillos vacíos. No le importaba desentrañar los misterios del pasado ni abrir las puertas hacia un futuro de iluminación y sabiduría; todo lo que le importaba era el dinero que recibía a cambio de sus servicios. Mientras el líder hablaba de preservar el conocimiento antiguo y reconstruir las pistas perdidas, Kamil solo pensaba en el pago que le esperaba al final de cada tarea. Mientras la Logia siguiera llenando su bolsillo, estaba dispuesto a seguir adelante sin importar el verdadero propósito de sus acciones.

Comprendía que persuadir a Helga sobre la relevancia de ese documento representaría un reto, pero reconocía su obligación de acatar las directrices de la Logia, pues sabía que cualquier falla o traición serían castigadas con extrema severidad.

Kamil se aleja de la boveda de nuevo por donde entró, con pasos rápidos y decididos. Mientras se adentra en la oscuridad de la noche, puede escuchar a lo lejos los miembros de la Logia de las Sombras, quienes permanecen en la cripta realizando cantos en una lengua desconocida para él. Los sonidos guturales y monótonos resuenan en el aire, creando una atmósfera inquietante que se filtra a través de las grietas de la vieja construcción.

El anciano hombre acelera el paso, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las voces distorsionadas que parecen invocar fuerzas más allá de su comprensión. A pesar de su experiencia y conocimiento del mundo oculto, Kamil no puede evitar sentir una sensación de malestar ante la desconocida energía que emana de la cripta.

Las sombras de la noche envuelven su figura solitaria mientras se aleja del lugar, su mente tratando de darle sentido a las imágenes y sonidos que ha presenciado. A medida que se adentra en la oscuridad de Łódź, una sensación de inquietud lo acompaña, recordándole el peligroso juego en el que se ha involucrado al aceptar las tareas de la misteriosa Logia.

El eco de los cantos se desvanece lentamente a medida que se aleja, dejando atrás la cripta y sus secretos ocultos en las profundidades

Ya en las calles de Lodz y bajo la mirada vigilante del ejército alemán, Kamil se deslizó hábilmente entre las sombras de las calles, su figura apenas perceptible en la oscuridad de la noche. Con sigilo y determinación, el gitano sorteó las patrullas enemigas y los puestos de control, aprovechando cada rincón oscuro y cada callejón desolado para avanzar hacia su destino.

Finalmente, alcanzó el antiguo aposento que solía servirle como escondite, un albergue modesto pero acogedor que había ocupado de forma temporal. Sabía que en estos tramos críticos de su vida, necesitaba esconderse elusivamente. Al cruzar el umbral de la habitación, una oleada de familiaridad y confort lo arropó, proporcionándole un consuelo en medio de la inseguridad y el inminente peligro que merodeaba por las calles de la ciudad.


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