—Basil Jaak, ¿cómo llegaste aquí? —Fiona Turner miró hacia arriba, a Basil Jaak, con los ojos deslumbrados por la sorpresa.
—Soy tu guardaespaldas. Si no vengo yo, ¿quién vendrá? —respondió Basil Jaak, irritado.
La sorpresa en los ojos de Fiona se convirtió en ternura al mirar a Basil. Para su sorpresa, lo encontró bastante lindo, y no le pareció tan molesto como de costumbre.
—Seguirte a ti, una chica problemática, es solo mi mala suerte. En mi primer día como guardaespaldas, ocurre esto. Aunque me ofrezcas diez millones de dólares la próxima vez, no aceptaré tu negocio. Eres demasiado problemática —refunfuñó Basil, sacudiendo la cabeza mientras sacaba su teléfono y le tomaba una foto a Fiona.
—Bueno, eso supone que habrá una próxima vez. Ahora mismo... oye, ¿qué estás haciendo? —preguntó Fiona, confundida.
—¡Rescatarte! —respondió Basil secamente, antes de enviar la imagen a través de una red inalámbrica a Caroline que estaba esperando frente a una computadora.