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52.5% Que se jodan los arcoíris © / Chapter 21: Bridget 03: El juicio del Dragón Blanco.

Capítulo 21: Bridget 03: El juicio del Dragón Blanco.

Los pasos de mi padre, Amcottes, resuenan por toda la sala. Todos los presentes en el gran salón de reuniones de la iglesia guardan silencio ante su presencia. O al menos la mayoría. Trece grandes tronos se ubican distribuidos a lo largo y ancho de la gigantesca mesa, doce de ellos ocupados. La luz exterior no se filtra, y lo único que tenemos para iluminarnos en la oscuridad son unas luces neón de color azul que se asemejan a las plantas bioluminicentes de la tercera capa.

Amcottes suspira y se sienta en el trono mayor para comenzar a hablar.

—Tenemos problemas. Grandes problemas—comienza.

El silencio es interrumpido por una mujer, la segunda administradora más poderosa.

—¿Y ahora de que se trata? ¿Otra vez con tu estúpido unicornio? ¿O esta vez hay algo que de verdad valga la pena tratar?—se mofa.

Carraspeo con intención de decirle que se calle la boca y deje a mi padre terminar.

—Mucho me temo que es algo peor. El dragón blanco está a punto de resurgir, si dejamos que eso suceda, será el fin de todo. He podido comprobar también que el Destello Oscuro está muerto, pero eso no ha desaparecido el treceavo trono de esta sala—informa Amcottes.

Todos los administradores volteamos a ver dicho lugar. Una silla que apareció hace muchos cursos abisales y que simboliza el nacimiento de un nuevo administrador. O moderador, en este caso. Los moderadores son sin duda seres de poder superior similar a las divinidades, pero sin alcanzar a estos últimos. El treceavo trono apareció poco después de que mi padre tuviera problemas con un unicornio errático de los Jardines Huecos, por lo que podemos intuir que ha conseguido de alguna forma mezclarse con los nuestros.

Y el unicornio es tan solo uno de los muchos problemas que vamos a tener que resolver. Nuestra prioridad en estos momentos es ejecutar a Majorie Vawdrey antes de que comience su metamorfosis en dragón. Es la única manera de mantener a salvo nuestro hogar y estilo de vida.

—Nunca creí que tú, Amcottes, el mayor administrador del sistema, tendría problemas con una lagartija y un caballito de colores—se burla Boisegnas, el octavo administrador.

—Esa lagartija es nuestra mayor amenaza, espero que puedas tenerlo presente cuando el apocalipsis esté en curso. Y el Destello Oscuro no ha hecho acto de presencia desde hace muchos cursos, no tengo idea de que esté tramando, pero no podemos bajar la guardia—reprende Amcottes.

—¿Y qué sugieres hacer? La horda de monstruos que me pediste movilizar no funcionó, y por lo visto tú tampoco. Ni siquiera eres capaz de mantener el maldito orden en El Abismo—contraataca Mona Preiszner, sexta administradora.

—Habrá orden en ese maldito agujero, por las buenas o por las malas. La iglesia del dragón negro está movilizándose en estos momentos para la ejecución de la princesa—se defiende Amcottes.

Es verdad, yo misma estoy organizando la más bonita ceremonia para despedir la cabeza de Majorie. Será un evento digno de recordar, y podré guardar los gritos y desesperación de sus hermanos y padres cuando haga caer la guillotina y pueda conservar sus raros ojos de dragón en solución salina.

Sigewinne, onceava administradora, bosteza de sueño sin dejar de ver una de sus creaciones. Ruxel, el doceavo administrador, suelta pequeñas risas nerviosas mientras se corta con un cuchillo de caza y prueba su propia sangre.

—En caso de que algo salga mal, —continúa Amcottes—tenemos preparado el Sol Arcoíris. No quedará rastro de vida en cuanto se ejecute, pero nos las arreglaremos para sobrevivir.

Es entonces cuando interviene Mats Liebelin, cargando una de sus tablas llenas de cálculos y números. Suelto un "Hum" cuando lo veo levantarse de la silla, y él solo me dedica una mirada de desprecio.

—El Sol Arcoíris solo será posible si la magia sigue fluyendo en todo El Abismo. Señor Amcottes, haga todo lo posible por mantener las cosas como han funcionado hasta ahora, al menos hasta que llegue el momento—contesta Mats.

Ese tipo siempre fue un auténtico nerd de la tecnología en mi mundo de origen. Oh sí, lo conozco bien porque junto a Violet y yo, somos los únicos reencarnados en este mundo. No fue hasta que llegó a este lugar que sacó su verdadero potencial, e incluso y para mi sorpresa, es parte de los doce administradores.

—Consideralo hecho. Mona, quiero que vuelvas a examinar a cada maldito unicornio o caballo existente en este mundo, no quiero que el Destello Oscuro vuelva a escaparse de mis manos. Al resto de administradores, sigan esforzándose por mantener el orden. Se levanta la reunión—finaliza mi padre.

Todos los demás afirman con un sonoro "Sí" y proceden a marcharse. Amcottes me hace una señal para que lo acompañe.

—Entonces… Vio… Majorie, ¿en verdad tiene que morir?—pregunta Mats acercándose a mí.

Suelto una pequeña sonrisa mientras mi padre abre un portal hacia la iglesia central de la primera capa de El Abismo.

—Te traeré uno de sus ojos. Vuelve a tus números—me despido.

 

•┈••✦ ۵ ✦••┈•

 

Tanto Amcottes y yo aparecemos en el centro de la iglesia del dragón negro, en la capital de Asonas. Tan pronto como llegamos, varios de los acólitos y sacerdotes nos reciben con noticias relacionas a Majorie.

—Señor Amcottes, la princesa Majorie ha regresado de los Jardines Huecos, y han traído el cuerno del Destello Oscuro—informan.

Mi padre acomoda su túnica y ordena un carruaje hacia el castillo.

—Lo sé, pude sentir la miserable vida de ese unicornio apagándose. Preparen todo lo necesario para la ejecución. Hoy, cuando inicie el primer ciclo del periodo Selene, Majorie Vawdrey habrá sido eliminada.

Pronto estamos sobre el carruaje, cabalgando directo hacia el palacio real. No deberíamos tardar más de un ciclo en llegar.

—Padre, ¿Qué haremos si el héroe y el rey se oponen a la sentencia?—pregunto, observando por la ventana.

—De acuerdo a las leyes y decretos del reino de Asonas, quienes eviten y saboteen una ejecución de este nivel serán acusados de traición a la humanidad y serán eliminados junto con la princesa—responde con calma.

—Padre, por favor, déjeme a mí hacerme cargo de eso. Quiero ser yo quien deje caer la guillotina sobre el cuello de la princesa—solicito con una sonrisa.

—Si la situación lo permite, considéralo hecho—afirma.

Estoy ansiosa porque todo suceda. Esta será la primera vez en mi existencia que asesine a alguien, y será nada más y nada menos que Violet Higgs. Con su muerte, también se ira Kendra Erickson para abrir paso a mi nueva identidad como Bridget Eveas.

Pero hay algo que me molesta mucho. En serio, lo odio. Ustedes saben a qué me refiero, ¿no? ¡Detesto que la maldita perra de Jean no sea quien vaya a estar en esa guillotina! En serio, tengo unas ansias inmensas de desquitar todo mi odio y probar mis nuevos truquitos en ella.

Sí tan solo tuviera una manera de hacerlo, sería increíble verla desmoronándose en el suelo mientras lame el suelo porque se lo ordené. Si tan solo existiera una forma de arrastrarla conmigo a este mundo de porquería…

—Por cierto, Bridget, tengo algo para ti—añade Amcottes sacando una pequeña caja.

Luce como el estuche de un anillo. Mis sospechas son confirmadas una vez que lo abro y compruebo que acerté. Dos pequeños anillos de cristal yacen en el interior.

—Cuando encuentre al Destello Oscuro, quisiera ponerlo a nuestro servicio. Estos anillos de dominio serán suficientes para poder domarlo, y no quisiera dejar su domesticación en manos de Mona. Quiero que seas tú quien se encargue de entrenar a ese unicornio, confío en que pueda sernos útil en un futuro—comenta colocando uno de los anillos en mi dedo.

El otro lo guardo en mi túnica. Puedo entender por qué ha cambiado su visión y ahora intenta encontrarlo para domarlo y no para matarlo. Después de todo, se ha convertido en moderador del sistema.

Mis pensamientos son interrumpidos cuando escucho el gran alboroto que hay en los jardines del castillo. El carruaje se estaciona, y de él bajamos tanto mi padre como yo. La pequeña multitud que se ha conglomerado afuera silencia sus palabras cuando nos miran llegar. A quien rodeaban es nada más y nada menos que Majorie Vawdrey.

—Buen día, majestad—se presenta mi padre.

Tanto el héroe Arthur como sus hermanos se colocan delante de Majorie. Le dirijo a ella una mirada burlona y puedo ver sus ojos asustados ante mi reacción. El rey Edmund y la reina Quinella dan un paso al frente. Creo que puedo tomar eso como una señal de hostilidad.

—Cardenal Amcottes… ¿Qué lo trae por aquí?—la voz del rey ahora es más autoritaria.

Veo a mi padre suspirar antes de continuar.

—Lamento interrumpir el emotivo reencuentro con su hija, y mucho me temo que mi presencia aquí no presagia buenas noticias—Amcottes hace una señal y del carruaje bajan más sacerdotes y magos.

Los guardias del castillo preparan sus lanzas, listos para cualquier enfrentamiento que pueda haber en este lugar.

—Por favor, soy un hombre de religión, no quiero derramamiento de sangre. En su lugar, seré más formal con mi declaración—continúa mi padre.

—¿Formal? ¡No hay ninguna formalidad en atentar contra la vida de Majorie—exclama Celica, la segunda princesa.

Amcottes ignora sus palabras para continuar.

—Sombra dos de quince Brotante, curso 1895. Debido a los eventos relacionados con la peste del absimo, la iglesia del dragón negro sentencia a Majorie Vawdrey… a ser ejecutada—dictamina.

—¡Esto es una locura! ¡No dejaré que toquen a Majorie!—el príncipe Baldwin desenvaina.

—Todos aquellos que se opongan y obstaculicen este proceso, serán considerados traidores a la humanidad y ejecutados junto a la princesa—recito las palabras que me dijeron en el carruaje.

Puedo ver la cara de los príncipes endurecerse. El héroe Arthur se queda en silencio, buscando una manera de responder. Sin embargo, quien habla antes que nadie es la propia Majorie.

—No será necesario. Tengo la cura para mi maldición. Si no me creen, usen Análisis en mí ahora mismo, y vuelvan a hacerlo una vez que haya bebido esto—ella levanta un pequeño frasco con un líquido purpura y brillante.

Es evidente lo que tiene ahí. Se han adelantado y han procesado el cuerno del Destello Oscuro en una poción para Majorie. Kgh… todo esto será más complicado de lo que imaginé.

—Yo… no puedo ver a las personas sufrir por la peste abisal. Y si en verdad es mi culpa, entonces quiero ser yo quien lo resuelva—Majorie comienza a caminar cerca de un pequeño arroyo que hay en los jardines.

¿Qué pretende? No consigo adivinar su próximo movimiento. Sin embargo, si con esa poción consigue eliminar la maldición, de todas formas saldremos ganando. Esa bestia no debe desatarse aquí.

—Yo, el dragón blanco, me haré cargo de limpiar el desastre que esta plaga ha traído… fue un placer haber vivido en este mundo—Majorie vierte el contenido de la poción en el agua del arroyo.

—¿Eh? ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Detente!—replica Celica.

El propio Amcottes también cambia su expresión a una de sorpresa. Pronto me doy cuenta de que yo tambien estoy boquiabierta. Arthur se acerca a Majorie junto a sus hermanos y padres.

—Majorie… ¿acabas de…

—Sí, el cuerno del Destello Oscuro basta para curar la peste abisal. Este arroyo conecta con todos los cuerpos de agua de la primer y segunda capa, por lo que todo el reino tendrá acceso a la cura. Su magia es tan potente que bendecirá todos los pozos—explica.

Arthur abraza a su hermana. Se le suma Baldwin, Celica, Edmund y Quinella. Puedo ver lagrimas saliendo en todos, una mezcla entre agradecimiento, tristeza y miedo incluso. Amcottes espera pacientemente a que la escena acabe.

—El acto de generosidad que he presenciado el día de hoy me ha dejado sorprendido. No es fácil renunciar a tu cura y salvación para otorgársela a alguien más. Es por eso que yo, Amcottes Eveas, en nombre de la iglesia del dragón negro, prometo una muerte, entierro y legado digno para la princesa Majorie.

—¡Objeción! Majorie acaba de hacer algo que no tiene nombre. Un acto más heroico a la cual palidece cualquiera de las hazañas que se me adjudican. Es por eso que solicito postergar la ejecución de Majorie—interviene Arthur.

—¿A qué se refiere, majestad?

Él camina y se para frente a nosotros, con una actitud determinada. Su mirada luce encendida en pasión, reflejando su intención de no rendirse ante la decisión que la iglesia tomó.

—Yo, Arthur Vawdrey, solicito reanudar las actividades del regimiento de los caballeros Traza-Caminos y encabezar una nueva expedición más allá de los limites conocidos de El Abismo. Encontraré una cura para Majorie. En caso de fracasar en dicha búsqueda… yo mismo ejecutaré a mi hermana con mi propia espada.

La declaración me toma por sorpresa, a mí y a sus hermanos. Estoy a punto de responder algo hasta que Amcottes toma la palabra de nuevo.

—¿De cuánto tiempo estamos hablando? Tome en consideración que es el recurso con el que menos contamos ahora—responde mi padre, llevándose una mano a la barbilla.

—Un curso y seis selenios. Es todo lo que necesito.

—Arthur, ¿estás demente? Bajar al fondo es una maldita locura—interviene Baldwin.

—Lo es, pero cuando Majorie nació, dije que movería hasta la última roca de este abismo para encontrar una cura para ella. Es tiempo de que cumpla esa promesa.

Amcottes dirige sus ojos hacia los míos. Conozco esa mirada, y eso significa que puedo confiar en la decisión que va a tomar. Independientemente del resultado de esto, la iglesia saldrá ganando.

—Mmmh, ciertamente me toma por sorpresa su decisión. Las acciones de Majorie fueron nobles y valientes, ha demostrado que se merece la consideración de su propuesta. Si está convencido de que puede lograrlo, entonces discutámoslo con calma junto al rey para dar la autorización—finaliza Amcottes.

Majorie suelta un enorme suspiro de alegría junto a Celica. Baldwin y Arthur se mantienen serios, pensando en las posibilidades. Ni siquiera yo puedo predecir que va a suceder a continuación.

—Se lo agradezco, cardenal. Estaremos a la brevedad en la iglesia para hablar sobre eso—Arthur extiende su mano.

Mi padre hace el mismo gesto, sellando el trato. Falta un tiempo antes de que se pueda autorizar por completo su petición, pero estoy segura de que esa expedición se hará. Amcottes y yo procedemos a retirarnos del lugar, dejando atrás un montón de gestos de alivio en la familia real.

—Bridget, quiero que traigas a Sigewinne y Ruxel. Es hora de que los administradores entremos en acción.


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¿Ustedes sacrificarían su cura para salvar la vida de todo el mundo?

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