Capítulo 12 parte 3
Todos metemos nuestros pies al agua y los peces comienzan a hacernos cosquillas.
Es porque estos peces comen la piel muerta de los pies, normalmente en este país se les conoce como "chimbolo", aunque realmente se llama gambusia.
Hiroki algo decepcionado nos dice:
— Nunca pensé que acabaría en un lugar así…
Mientras los demás parecen algo deprimidos, Sora la está pasando bien.
— ¡Jajaja! ¡estos peces me están dando cosquillas!
— Amigo… este lugar da miedo. — me dice Kenji algo aterrado.
A pesar de que estaba pasando un momento agradable, los demás no parecían tenerlo, exceptuando a Sora quien se seguía riendo.
Hiroki se pone de pie, y con cara de aburrimiento nos dice:
— He estado tanto tiempo en este país, que no he tenido tiempo de entrenar ni siquiera un poco…
Doy un fuerte suspiro, y en ese momento, salen Kibō y Chikara.
Chikara muy alterada nos grita:
— ¡Ay! ¡Quiero peleaaaaaaaaar!
Kibō al entrar en contacto con el agua empieza a titiritear del frío.
— ¡Esta agua está helada!
Sora al verlos salir se emociona.
— ¡Ah! ¡ya salieron las cosas lindas que flotan!
— ¡No somos lindos!
Hiroki con una alta determinación, se pone los zapatos y me dice:
— Apuesto a que podría luchar contigo, Uraseku. Pero realmente no quiero pagar esos mil yenes que pide Miru-chan.
¿Eh? ¿no puede estar tranquilo por un rato?
Pero en cierto modo, me empiezo a aburrir.
Al oír eso, empiezo a reír de forma discreta, y le respondo:
— Pero recuerda que… ella no está aquí.
Los ojos de Hiroki brillan junto con una suave brisa fresca que viene de repente.
Sora se pone muy sorprendido por lo que se avecina.
— Eso significa… ¡pelea, pelea, pelea…!
Kenji le sigue el juego a Sora.
En un momento así no debería escapar de una pelea, pero Hiroki podría matarme.
¡Y conociendo a Kibō de seguro me abandonará cuando vea la situación difícil!
¡Ah!
Sin darme cuenta, Hiroki lanza una patada y la esquivo antes de que me dé.
¡Maldita sea, ni siquiera estaba listo!
— ¡Hiroki! Es verdad que si me das un golpe y lo mantenemos en secreto no pagarás ni un centavo, ¡pero deja que me prepare! ¡o al menos espera a que te diga si quiero pelear o no!
— ¡Puedes ganarle, Uraseku-kun! — Me grita Sora muy emocionado.
— ¡Apártate, amigo! — le dice Kenji mientras se lo lleva.
Kuroda-san se aparta igualmente, pero parece que tampoco apartará la mirada.
Bueno, no es como que haya algo más interesante que ver por aquí…
Rápidamente, me pongo detrás de Hiroki tomándolo desprevenido.
— Mejor vamos a un lugar más abierto, Hiroki.
Se sorprende un poco por lo rápido que me he puesto detrás de él, sin embargo, entendió lo que le dije y nos movimos a un lugar con más espacio.
A solo unos cuantos paso llegamos al parque de patinaje y rampas que había cerca del pequeño nacimiento de agua en el que estábamos.
Nos encontramos en el parque de patinaje de la colonia Bolívar en San Salvador.
Kibō y Chikara muy emocionados se acercan sabiendo lo que se avecina.
Finalmente, el momento había llegado, Kibō y Chikara entran a sus diamantes y muy rápidamente, Hiroki emana su poderosa aura.
Su mirada me decía que iba en serio.
Saca su nunchaku y empieza a moverlos con la intención de intimidarme.
Y pues sí que logró intimidarme… pero realmente quiero pelear, es una forma de desestresarme, supongo.
— Seji-sensei no está aquí— me dice Hiroki muy serio. — ni creas que me contendré…
— Pues l-lo mismo digo…— le respondí muy nervioso.
Realmente no quiero lastimarlo… ¡pero el si quiere lastimarme a mí!
Emano mi pequeña aura verde y comenzamos esta pequeña lucha amistos…
¡Agh!
¡Me ha tomado del brazo y me lo está apretando muy fuerte!
— ¿Eh? ¿no que eras alguien muy fuerte, Uraseku?
¡Me está matando del dolor!
— ¡Tonto! ¡haz algo! — me grita Kibō desde el interior.
— ¡Cállate!
Hiroki me lanza, pero me mantengo en pie, ahora si con esta distancia de ventaja podré ver lo que se avecina.
Hiroki se mueve rápidamente hacia mi soltando un golpe que parece muy poderoso.
Pero no importa, ¡porque tengo el diamante de la esperanza!
Ese movimiento lo pude haber notado desde kilómetros de distancia, no fue muy difícil para mí esquivarlo.
Pero para mi sorpresa, él se empieza a mover demasiado rápido.
Hay movimientos que no puedo detectarlos y logra acertarlos.
¡Me está haciendo mucho daño!
Hiroki empieza a soltar golpes que son impredecibles.
Para mi sorpresa, Kibō aún no ha huido, pero se mantiene maldiciéndome desde adentro.
— ¡¿Qué pasa, Uraseku?! ¡¿acaso no puedes seguirme el ritmo?!
Hiroki toma una gran distancia y concentra poder en su puño derecho y grita:
— ¡¡¡EXPLOSIÓN EXPANSIVA TOTAL!!!
¿Explosión expansiva total? ¡Eh!
La mano de Hiroki se prende en llamas, y golpeándome muy fuertemente me saca volando, ¡literalmente!
¡Este tipo realmente quiere matarme!
Salí disparado de forma violenta y partí una rampa de cemento por la mitad.
Después de ese ataque me choco con un poste metálico que me detiene por poco.
— ¡Uraseku! — grita Sora muy preocupado.
— ¡¿Qué rayos fue ese nombre?! — grita Chikara.
— N-no lo sé… solo sentí que debía gritarlo…
Kuroda-san observa atentamente mientras poco a poco siento que caigo inconsciente.
— ¿Me habré pasado? — dice Hiroki al verme.
— ¡Levántate, amigo!
— ¡Ten confianza, ten esperanza!
Un fuerte latido en mi corazón hace que me levante.
Mi sangre se torna color verde fosforescente, mis heridas sanan, y mientras poco a poco me pongo de pie, todo mi ser es cubierto por una densa luz verde como el color de mi diamante.
Sin darme cuenta de que en mi mano sostengo algo con un tacto similar al cristal.
El color se disipa mientras todos me observan sorprendidos.
Con un brillo de esperanza en los ojos, apunto a Hiroki muy seriamente.
En un momento así debería decir algo memorable, pero no se me ocurre nada…
Kuroda-san sonríe al verme en este estado, y sin decir nada, me lanzo hacia Hiroki para demostrarle mi nuevo poder.
¡El poder del diamante de la esperanza!
Mientras lucho, me doy cuenta de que en mi mano tengo un sable como de cristal color verde claro.
Audazmente esquiva mis ataques con el sable, lo noto bastante preocupado por mi nuevo poder, mi intención no es matarlo, así que está bien que los esquive.
Usa su nunchaku para protegerse, lo que ocasiona que ondas expansivas se creen en la zona por tan poderosos golpes.
Hacemos mucho desastre, tanto que las rampas de la zona empiezan a derrumbarse.
— ¡O-oigan! — nos grita Sora mientras sigue observando.
Para el golpe final, Hiroki y yo tomamos impuso, y con nuestra mano desnuda nos preparamos para dar el golpe final.
— ¡Hiroki!
— ¡Uraseku!
— ¡¡¡Hiroki!!!
— ¡¡¡Uraseku!!!
Ambos soltamos un golpe en el rostro de cada uno, nuestras auras se disipan y finalmente caemos al piso.
Hiroki cae de espaldas mientras que yo quedo en una pose bastante extraña.
La batalla ha terminado, y al parecer no hubo ganador… esta vez sí que he caído inconsciente por ese golpe...
Durante ese tiempo de inconsciencia, vuelvo a aparecer en ese lugar lleno de niebla dentro de mi mente.
Una libélula que sobresale en el oscuro lugar es la única iluminación que tengo.
Con su color verde brillante se acerca a mí y comienza a volar a mi alrededor.
— Te has esforzado mucho.
Esa fue una voz muy dulce, pero no parece ser la del espíritu de mi diamante
— El diamante, dentro de lo que cabe, te está aceptando… al estar con nuevas personas desarrollaste el sentimiento de la esperanza, esperanza de volver a verlos el día de mañana y que su amistad sea larga y duradera…
¿Eh? ¿está diciendo que he desarrollado esperanza?
— No pierdas ese sentimiento… tus amistades y futuras relaciones serán el pilar de tu fuerza…
¡E-espera…!
Sora me arroja agua fría en la cara haciendo que despierte y olvide todo lo que acabo de soñar mientras estaba inconsciente.
Hiroki, Kibō, Chikara y yo despertamos muy molestos después de que nos llenaran de agua.
— ¡¿Qué fue eso?! — les gritamos mientras mucha gente a nuestros alrededores se nos queda mirando.
Empiezo a sentir incomodidad.
— T-tenemos que irnos…— me dice Sora asustado.
Y tiene razón, hemos hecho un verdadero desastre y tampoco puedo llegar con el uniforme todo roto donde los demás.
— ¿A-alguien tiene algún uniforme de sobra?
Rápidamente, Kuroda-san saca de su mochila un uniforme que parece un poco grande, pero que me servirá muy bien.
— Usa este si gustas.
— ¡G-gracias…!
Realmente no esperaba que alguien tuviera un uniforme de repuesto… me sorprende lo amable que es el vicepresidente del consejo estudiantil.
Capítulo 12 parte 4
Después de un viaje en la ruta nueve, otra vez… logramos llegar todos de regreso al centro histórico, afortunadamente a tiempo.
Subimos al autobús y este parte rumbo a Olocuilta, un lugar conocido mundialmente como el lugar que debes visitar si quieres comer buenas pupusas.
Miru-chan al vernos llegar se llena de muchas preguntas.
— E-esto… ¿y dónde estaban…?
— ¡Y-ya sabes…! P-por ahí…— le responde Sora tímidamente.
— ¿Por qué Rasec y Hiroki están heridos?
¡Ah!
— P-pues nosotros… nos caímos…
— ¡Fue muy gracioso! — dice Kenji. — pero no grabé…
— ¿Y por qué tu uniforme está más largo, Uraseku-senpai?
— ¡Ah!
¡Con nuestras respuestas nerviosas no denotábamos confianza y ella solo duda más!
— Sakurai-san. — dice Kuroda-san interviniendo en nuestra conversación. — Tuve que colaborar con algo importante para el presidente de este país, y le pedí a ellos que me ayudaran. Hiroki y Uraseku tuvieron un accidente y el uniforme de Uraseku se estropeó, así que le di uno de repuesto.
— Ya veo… lo lamento, al verlos a todos ustedes juntos pensé que estaban metidos en otra cosa… ¡pero Kuroda-senpai nunca miente!
— Ah, pues… sí… jaja.
Al parecer si le creyó… ¡es tan inocente!
Después de un largo viaje, llegamos a Olocuilta a tiempo para el festival de la pupusa.
Todos van a explorar a excepción de unos cuantos compañeros y miembros del consejo estudiantil que se quedarán a ver la preparación de la pupusa legendaria.
Sin embargo, al estar ahí me percato de una presencia familiar.
— ¡Ah, Seji-sensei! Que coincidencia.
— No te hagas el tonto, sabías que estaría aquí. ¿verdad, niña Reina?
¿Niña Reina? ¡¿habla de...?!
Dicho eso, veo acercase a una mujer de la tercera edad con los cabellos blancos y un típico traje de este país.
— ¡Cabal! — respondió nada más y nada menos que la famosísima y mundialmente conocida….
— ¡Hola, Rasecsito! — me dijo al verme.
Hago una reverencia hasta el suelo al verla, y digo:
— ¡R-Reina-dono-sensei…!
Seji-sensei me levanta muy seriamente.
— Háblale en español y ponte de pie, aquí no es Japón.
— ¡¿Y su papá?! — me pregunta Reina-dono-sensei.
Bueno… yo también quisiera saber dónde está, pero con una sonrisa en mi rostro le respondo:
— D-de viaje, con mi mamá.
— Ta' bueno.
Mientras estaba presente en el reencuentro con la persona que me inspira a hacer pupusas, el teléfono de Seji-sensei suena.
— Lo lamento, tengo que contestar.
Mientras el atiende la llamada, mis amigos murmullan de lejos al verme con Reina-dono-sensei.
— ¿Ella es la tal "Reina-dono-sensei" de la que tanto habla?
— Pues no se ve tan poderosa…
Kuroda-san muy seriamente dice:
— Las apariencias engañan, es algo que noté hoy.
Seji-sensei regresa con nosotros con malas noticias:
— Me ha surgido un inconveniente, tendré que retirarme, mi familia tuvo un accidente de camino aquí.
— ¿E-están bien?
— Fue solo un toque, el problema es que chocaron con una rastra y se quieren pelear los babosos, como si le fueran a ganar a un camionero, ¿va?
Ya empieza a hablar como salvadoreño...
— ¡¿Y qué sucederá con el concurso?!
Seji-sensei me toma de los hombros y me mira muy seriamente.
— El entrenamiento es solo uno de los tantos escalones que debes subir para convertirte en un maestro, este es solo otro escalón más que debes subir, así que hazlo, son ordenes de tu maestro.
S-Seji-sensei…
— Como sea, me tengo que retirar. Rasec, tienes que hacer la pupusa legendaria por mí.
Reina-dono-sensei se acerca a mí con algo que me deja sorprendido.
— Toma, chele, te prestaré mi comal hecho en Ilobasco con arcilla de la Barra de Santiago.
M-me dio un comal de barro hecho en Ilobasco con arcilla de la Barra de Santiago para hacer la pupusa legendaria…
No es momento para ponerse sentimental…
Seji-sensei se va y me quedo solo junto con Kibō antes de empezar la competencia.
— Sé que puedo hacerlo… Kibō, haré esta pupusa legendaria por ti, te la debo, así que espero contar con tu ayuda.
— Y la tendrás…
Una vez en nuestros puestos, me topo con maestras de la pupusa reconocidas mundialmente.
Nayiks, el presidente de la República de El Salvador es sorpresivamente el presentador de esta competición.
— ¡Este es un enfrentamiento a muerte para crear la pupusa legendaria!
Tomamos nuestras posiciones para iniciar.
— Estoy lista… yo y mi blancura lo lograremos.
Esa fue la maestra culinaria conocida como Chele pupusa, una maestra culinaria especializada en pupusas de queso, y una piel sorprendentemente clara.
— Primero Dios ganemos, a él sea la gloria, amén.
Esa fue Mana pupusas, maestra en pupusas llenadores y fiel adoradora de Dios, es protestante.
— ¡Hola, Rasecsito!
Esa fue Mamá Estela, maestra en pupusas crujientes, sabor que recuerda a tu niñez, especializada en almuerzos.
— ¡Joy, toca hacer una legendaria!
Esa fue Reina-dono-sensei, maestra culinaria y diez veces campeona de esta competencia.
— Tendré esperanza… lo haré por todos...
Ese fui yo, Rasec Zaid, aprendiz de Seji-sensei.
Ya todos estamos en nuestras posiciones esperando a que el presentador, el presidente Nayiks marque el inicio.
— Pero antes de empezar… en los gobiernos anteriores…
¡Maldita sea, así nunca empezaremos!
— ¡Ya, comiencen!
Decido marcar el inicio, y con todas mis fuerzas salgo disparado hacia los distintos desafíos que tengo que superar.
El primer desafío es dar el cambio sin ver, algo muy complicado para un pupusero novato.
Pero no importa, ¡porque tengo el diamante de la esperanza!
Como era de esperarse, con mi habilidad del tercer ojo eso no supuso un problema.
Todas las personas que nos ven gritan de la emoción, sin embargo, no sé porque soy el único de todas las maestras culinarias que está corriendo. Supongo que la edad pasa factura.
La siguiente es descifrar el código de las ordenes de pupusas…
— A ver… 2Fq… 3Cq… 1a… 5m lo he descifrado, ¡pan comido!
Son dos de frijol con queso, tres de chicharrón con queso, una de ayote y cinco de mora…
En El Salvador, la mora es una hoja que normalmente se usa para hacerla en sopa.
Después de todo, quizás si estaba listo para esta prueba, pero no tengo que cantar victoria todavía…
El desafío final es preparar una pupusa loca, sin embargo, debe ser una pupusa loca legendaria…
Pero llegó la hora, la razón por la que he estado entrenando todo este tiempo… cuento contigo, Kibō, para hacer la pupusa legendaria.
— ¡Comiencen!
Marcan el inicio de la preparación e intento tomar ventaja.
Tomo leña de bálsamo, el segundo árbol nacional de mi país para comenzar y la pongo bajo el comal de barro de Ilobasco.
Las otras maestras usan sus propias formas de calentar el comal, algunas con una plancha y otras con carbón que viene de las cumbres del volcán.
¡Esto es demasiado salvadoreño! ¡ah!
Comienzo a preparar la masa, corto los ingredientes que personalmente he elegido.
Quesillo de Nicaragua, frijoles fritos calentados el día de hoy con leña de bálsamo, chicharrón de cerdo de Usulután, ayote previamente preparado y cultivado de San Vicente, chorizo de Cojutepeque, loroco y camarones de río.
Admito que esto es una mezcla muy buena.
Tomo una buena cantidad de masa con aceite e integro los ingredientes.
Aplano la pupusa dejando la marca del diamante en ella… ¡y la lanzo al comal!
Para que esta pupusa sea legendaria no basta con los ingredientes de la región, el tacto es parte fundamental para sentir cuando llegue a su punto… ¡para voltearla!
Con mi mano desnuda y el comal demasiado caliente, tomo la pupusa y la volteo.
Miro mi mano y me doy cuenta de que me la he quemado, sin embargo, eso es una señal de que está funcionando.
Una vez terminado, tomo uno de esos platos típicos con agujeros y le pongo una bolsa plástica encima, agrego curtido, salsa y se la sirvo a los jueces.
Lo prueba y comienzan a deliberar en privado.
Termino bastante rendido, casi como si hubiera peleado con alguien por mucho tiempo…
Mis amigos al verme se acercan a felicitarme, obviamente le pido a Kibō no salir para evitar que la gente de aquí nos vea raro.
— ¡Eso fue asombroso, Uraseku-senpai! — me dijo Miru-chan bastante alegre.
— ¡Sorprendente, Uraseku-kun! — me dijo Sora.
— ¡No sabía que podías cocinar así de bien, amigo! — me dijo Kenji.
El estar rodeado de tanta gente ovacionándome hace que me siente un poco penoso, normalmente me da miedo mostrar las cosas que sé hacer, pero me alegra tener amigos que me apoyan.
— ¡Hemos tomado una decisión!
¡Eso fue rápido!
— La ganadora, o el ganador es… ¡niña Reina!
No lo puedo creer…
Bueno, es la diez veces campeona de esta competición, supongo que no tenía oportunidad alguna…
Reina-dono-sensei al ver mi rostro de decepción, se acerca mí, y con una sonrisa me dice:
— Anímese, papa. Te esforzaste mucho, siga entrenando y muy de seguro va a ser mejor que yo, llévese el comal para su casa.
— ¡Ah…!
Eso hizo que se me saltaran las lágrimas, la abrazo y le doy las gracias.
— ¿De qué habrán estado hablando? — pregunta Hiroki al no entender lo que decimos en español.
— De seguro algo muy motivacional…
Si que lo fue… Reina-dono-sensei me conoce desde que nací, y que mi principal inspiración en la preparación de las pupusas me diga algo así es invaluable…
Capítulo 12 parte final
Luego de voltear la pupusa más grande del mundo, nos dirigimos a Panchimalco a pasar la noche mientras veíamos una celebración cultural de esa zona.
— Senpai, aunque hayas perdido, ¡reconozco que eres un verdadero maestro de la cocina!
Las palabras de Miru-chan me llegan con una fresca brisa en verano.
— ¡Sí mi amigo!
Kenji se entromete.
— No arruines mi momento con Miru-chan…
Mientras decía eso me cae un mensaje de Neko-chan.
— "¿A k hora vienen :u?"
— Mañana en la tarde estaremos ahí, te mostraré todo cuando lleguemos.
Dicho eso apago el teléfono y sigo pasando el tiempo con Miru-chan mientras Sora y Kenji me observan.
— ¿Cómo es que aún no son nada?
— Uraseku es un poco lento, amigo…
Con esto, el viaje a El Salvador ha llegado a su fin…
¡Qué largo fue este capítulo!
¿O no tanto?
Epílogo
…
Otra vez este maldito lugar nebuloso…
La silueta en medio de la niebla se vuelve más evidente mientras que ahora puedo hablar con más normalidad aquí adentro.
— Me sorprende que el diamante te acepte, pero no lo ha hecho completamente. — dice la voz grave dentro de mi cabeza.
Otra vez este discurso…
Estando aquí comprendo que al despertar olvido todo lo que he visto en mis sueños.
Pero aún no sé si conservo los recuerdos anteriores.
Sé que he estado aquí más de alguna vez, pero siempre olvido que he hecho…
No sé qué clase de lugar es este.
Lo último que recuerdo mientras estaba despierto es que estaba durmiendo con Sora y Kuroda-san.
Si esto fuera una novela BL ya habría muchísimas malinterpretaciones…
Pero entre toda esta incertidumbre, se me ocurre hacerle una pregunta a la voz grave.
— Oye, ¿cuándo será mi muerte?
Pasa un pequeño momento en silencio, y una dulce voz aparece, es la de Kibō.
— R-Rasec…
— ¿Eh? ¿Kibō?
— Si no hubieras tenido la esperanza que tienes ahora, muy probablemente ya estarías muerto…
¡¿Eh?!
¡¿L-la esperanza que tengo ahora...?!
¡¿Y-yo ya estuviera muerto si no hubiera mejorado en algo…?!
— ¡Gah!
Ese grito de desesperación salió de mi corazón.
Si hice algo para tener más esperanza, entonces no recuerdo qué fue...
Si existiera un momento en el que no quisiera morir sería este. ¡y no sé porque me estoy aferrando tanto a la vida!
¿Habré encontrado una motivación o algo?
— Tus amigos.
— ¿Eh?
La voz grave vuelve a aparecer.
— ¿A qué te refieres?
Sin embargo, durante el resto del sueño ya no volvió a aparecer.
Me siento en el piso a pensar en lo que dijo.
— M-mis amigos…
Apenas los conozco para considerarlos amigos…
Kibō aparece alegremente y me dice:
— ¡Ey, Rasengan!
Rasengan, cada vez busca apodos más raros… no falta mucho para que me diga Racasec.
Espera, creo que ese ya lo dijo…
— Hola, Kibō.
Se sienta a mi lado muy seriamente a observar el horizonte cubierto por niebla y con la silueta de una persona.
— ¿De quién será la silueta? — le pregunto.
— Ummh… no sabría decirte, se ve cerca, pero ya intenté perseguirlo y parece que nunca podré alcanzarlo.
Me recuesto en el piso y Kibō hace lo mismo.
Pasamos un pequeño momento en silencio cuando de repente le pregunto:
— Así que… ¿Cuándo entras en el diamante este es el lugar en el que acabas?
— ¿Umh? Nah, estos son tus sueños, tu alma está igual de desordenada como tu cuarto.
Quién lo diría…
— Aunque al menos ahí tienes copias de los mangas que estaba leyendo, no creí que te gustara tanto Onii-chan no hentai.
— ¡Oye!
El pasar aquí hace que el ambiente sea denso, mis ojos se cierran poco a poco y sin darme cuenta, me quedo dormido.
Al despertar, olvido todo…
Tomamos el autobús y nos dirigimos al aeropuerto.
— Conque mis amigos…