Capítulo 11 parte 3
— ¡Woah! ¡se ve delicioso!
Al momento de llegar la comida, Miru-chan fue la primera en demostrar emoción.
Realmente es un festín de mariscos.
Pescado frito con arroz, dos tortillas de maíz, ensalada, una mariscada y una soda de marca nacional, ¡Sodashanpan!
— Saben, aquí al menos si cocinan el pescado.
Realmente no sé porque en Japón prefieren el pescado crudo…
— Pero tú no tienes pescado. — me dice Kenji mientras mira mi plato con dos trozos de pizza.
— B-bueno, es que no me gustan los mariscos.
Todos me ven raro.
— ¿Qué más da? Vamos a comer, me vengo muriendo de hambre. — dice Hiroki seriamente.
— ¡Gracias por la comida! — decimos todos y comenzamos a comer.
En todo eso, unos perros callejeros se acercan con una cara tenebrosa.
Empiezo a notar la incomodidad en la cara de mis amigos mientras que yo me mantengo como siempre.
— Oye, ¿por qué hay tantos perros? — pregunta Hiroki.
— ¿Y-y por qué nos miran así? — pregunta Sora temblando de miedo.
— Verán, los "chuchos" callejeros aquí son tan comunes como en Japón lo es el tener un auto, solo que por cada auto allá aquí hay tres perros callejeros. — les digo sin saber si eso es tan siquiera cierto.
— ¡¿Y eso qué sentido tiene?! — pregunta Kenji.
— Ummh… no lo sé.
Dicho eso, de forma indiferente arrojo la orilla de mi pizza hacia los perros mientras que estos empiezan a pelear por ese trozo.
— ¡Kya! — gritó Sora asustado.
— ¡Oye, pero danos de comer a nosotros también! — grita Kibō desde debajo de la mesa.
Junto con él estaban Chikara y Ai.
— ¡Si, idiotas, me muero de hambre! — grita Chikara.
— ¿Yo puedo ir a nadar? — dice Ai en voz baja.
— Nadarás cuando nadie te vea, Ai-chan. — le dice Miru-chan.
— No estén gritando…
Les lanzo un trozo de pizza y Chikara comienza a pelear con Kibō por la comida.
Miru-chan le da a Ai en la boca un trozo pescado.
La comida está realmente deliciosa, estas pizzas saben a como las recuerdo.
Ojalá pudiera probarlas otra vez con mi padre…
— ¡Uraseku-kun! Perdiste surfeando y no pagaste por la comida, debes tener un castigo por lo menos. — me dice Sora.
— Llévalos a ver a esa tal "Reina-dono-sensei" que tanto admiras. — me dice Kibō desde debajo de la mesa con un pepperoni en la cara.
— ¡Ah, es verdad! Dices que te inspiró a hacer pupusas y que su forma de cocinar parece un arte marcial. — dice Kenji.
¿Les tengo que deber algo?
Umh, podría llevarlos, pero al estar en un viaje escolar no sé si sería lo correcto…
— ¡Yo quiero verla! — dice Sora muy emocionado.
Hiroki y Kenji comienzan a verlo raro y en silencio por un momento.
— Oye, ¿quién diablos eres tú? — le pregunta Hiroki muy confundido a Sora.
— Soy Kobayashi Sora, representante de los estudiantes y miembro del consejo estudiantil.
Sora respondió a su pregunta muy orgulloso de su posición en el instituto.
— ¿Y desde cuando te uniste a nosotros? — le pregunta Kenji.
— No quería perderme en este lugar porque no sé español, ¡así que estoy aquí con Uraseku-kun todo el tiempo!
Es una buena excusa.
— Es solo un niño perdido que adopté.
Al oír eso de mí, Sora se queda estupefacto.
— Además, ni Hiroki ni Miru-chan estaban con nosotros, Kenji.
— E-es verdad…
Respondió Kenji rascándose la mejilla.
Aunque es verdad, Hiroki y Miru-chan no pasaban mucho tiempo con nosotros en el pasado. Menos Hiroki…
De no ser por el tema de los diamantes no habríamos estado tan unidos como ahora.
— ¡Más les vale no hacer ninguna tontería en el viaje! — nos dice Miru-chan a todos.
— No te preocupes, ¡tengo una idea para pasarla bien!
Kenji se levanta de su asiento y con una voz profunda y fingida nos dice:
— Tenemos que cobrar venganza por lo que sucedió en el bar.
— ¿Eh? — Miru-chan, Hiroki y Sora parecen estar confundidos.
Yo tampoco sé de qué habla.
— ¿De qué hablas?
— ¿Acaso lo olvidaste? ¡no conseguimos el número de ninguna chica en ese bar! Además de que Makoto se llevó toda la diversión.
¡Ah! ¡¿cómo puede hablar de estas cosas en frente de Miru-chan?!
— Déjalo así, Kenji, estamos muy tontos, es todo. — le respondo.
— ¡Fue culpa tuya por vestirte de forma ridícula!
— Yo aun lo veo vestido de forma ridícula…— le dice Hiroki.
Sora que aun parece confundido pregunta:
— ¿Qué están planeando?
Kenji exaltado le responde:
— ¡Chicas, amigo! ¡la playa es el paraíso de las mujeres hermosas, y nosotros como hombres saldremos de casería! ¿te nos unes?
— Eh…
— No tengo nada mejor que hacer, así que iré con ustedes. — le dice Hiroki con mucha confianza.
Al mismo tiempo que decía eso, lanzó un pescado bajo la mesa, Kibō y Chikara comienzan a pelear por él.
Todos terminamos de comer.
— ¡Pues yo también voy! — les dice Sora poniéndose de pie y muy emocionado.
No creo que esto vaya a salir bien…
Kenji dirigiéndose a Miru-chan y un poco nervioso, le dice:
— L-lo lamento… Miru-chan, pero no creo que puedas acompañarnos.
Miru-chan se pone de pie y con una sonrisa le responde:
— ¡No hay problema! Igual había quedado con unas amigas mías, con permiso.
Hace una reverencia, toma a Ai y se va mientras que Kibō y Chikara pelean por la cabeza del pescado lleno de arena.
— Bien hecho, espantaron a la primera chica…— les dije.
— ¡No habíamos empezado! — me dice Kenji.
— Si vamos a hacer esto debemos actuar rápido. — dice Hiroki decidido.
Kibō y Chikara entran a sus respectivos diamantes mientras que iniciamos la operación… bueno, no tiene nombre afortunadamente.
Capítulo 11 parte 4
Bajo el abrasador sol de verano en El Salvador, un cuarteto de idiotas busca una chica con la que pasar el rato.
El número cuatro…
Un número perfecto para una banda de chicos, un buen número para formar grupos de trabajo en el instituto, los cuatro fantásticos lo llevan en su nombre… el cuadrado tiene cuatro lados iguales haciéndolo una forma geométrica muy fuerte.
Cuatro personas son casi indestructibles…
Y luego estamos nosotros cuatro… Hiroki, Kenji, Sora y yo, los cuatro idiotas.
…
Al menos estas cosas que pienso no las digo.
— ¿Cuál es el plan? — pregunta Sora.
— No necesitamos ningún plan. A las mujeres de este país les atraen los extranjeros.
— Será sencillo. — dice Hiroki con mucha confianza.
— Nosotros no hablamos español, así que por favor tradúceles a las damas. — dice Sora muy emocionado.
Antes de iniciar, los cuatro hacemos una pose épica para tomar más confianza.
Me alegra ver que esta vez si me sigan el juego.
— ¡Oigan! — dice Kenji. — ¿ven a esas chicas? Vamos tras ellas…
— Bien…
Cual cazador tras su presa, nos acercamos a ellas mientras yo pienso en que decirles.
Es mi momento para hablar con ellas.
Saco mis mejores frases en español para sonar más convincente… ¡y la presión es mucha!
Sin embargo, tantos simuladores de citas me han capacitado maravillosamente.
Soy un erudito en esta área, alguien cualificado…
Entonces…
¡¿Por qué estoy temblando tanto?!
Me les acerco y altamente nervioso les digo:
— H-hola nenas…
¡¿Qué diablos fue eso?!
— Yo y mis amigos y yo… ellos no hablan español y yo… y-yo sí… y nos preguntábamos si… tu… umh… bueno… ustedes…
Tomen nota, los simuladores de citas no funcionan en la vida real…
Supongo que también influye que saco los finales buenos a base de guías en internet porque usualmente no acabo con alguien en esos juegos…
— Oye, ¿por qué tiemblas tanto? — me pregunta Hiroki en voz baja.
— Y-yo… no sé cómo tomar la iniciativa.
Le respondí mientras que las chicas empezaban a incomodarse.
— Tonto, diles esto.
Kenji comienza a susurrarme al oído.
¡¿Qué diga qué?!
Lo que me dijo al oído no es digno de ser escrito en esta novela apta para toda la familia, o tal vez exagero…
— ¡Yo no les diré esa vulgaridad, díselas tú!
— ¡No hablamos español! — me responde Sora.
Justo empezamos a discutir en japonés, lo que inevitablemente causa el incomodo de las chicas que terminan marchándose.
Después de un momento de discusión nos damos cuenta de que se han ido.
— S-se fueron…
La cara de decepción de todos es más que notoria.
Ni siquiera escuché sus voces…
¡Pero no nos desanimamos!
— ¡Oigan! ¿qué les parece esa chica de allá?
La dulce voz de Sora viene como una dulce brisa en verano, ¡más aun cuando nos avisa sobre una chica!
— Vamos, procuraré estar a la altura…
La tercera es la vencida… espera, esta sería la segunda.
— Hola guapa… ah… somos extranjeros, y nos preguntábamos si nos podrías acompañar a un lugar para que podamos hablar.
Mis estrategias de ligar son pésimas…
— Por su puesto lindos chicos asiáticos. — dice ella con su dulce voz.
¡¿Respondió?! ¡Estoy empezando a temblar como si hubiera bebido cuatro litros de café expreso!
Pero antes de que diga nada, siento peligro a mis espaldas.
Alguien me ha intentado golpear, pero gracias al poder del diamante logro esquivarlo.
¡¿Qué fue eso?!
Cuando volteo a ver, es un tipo realmente fuerte.
— ¡¿Cómo se atreven a acercarse a mi novia?! — nos pregunta muy furioso.
— ¿Qué dijo? — preguntó Sora.
— D-dijo que es su n-novia…
Al momento de escuchar eso, Sora y Kenji se lanzan al suelo a pedir disculpas.
— ¡Lo sentimos mucho!
— Yo no te tengo miedo. — le responde Hiroki.
Al ver el apoyo de él en esto, tomo confianza y le digo en español:
— Yo tampoco te tengo miedo…
— ¡Tienen agallas! ¡pero son solo unos tontos niños chinos de Chinameca! ¿o acaso todos allá son Jackie Chan?
¿Eh…?
¿N-niños chinos de Chinameca? ¿Jackie Chan?
¡¿Qué clase de respuesta o racismo fue ese?!
— ¿Qué acaba de decir? — pregunta Hiroki.
— Dijo que somos unos tontos niños chinos de Chinameca, y que parecemos Jackie Chan. — le respondo aguantándome la risa.
— ¡¿Eh?!
Al escuchar eso, Sora y Kenji se ponen de pie y le dicen:
— ¡No somos chinos!
— Así es… somos japoneses. Bueno, ellos, yo soy de aquí. — le respondo.
— ¡Te mataré!
¿Eh?
Hiroki se lanza contra él y con la fuerza del diamante le da un golpe al tipo y lo deja noqueado en el piso.
— ¡Gah!
— C-creo que me pasé…
— ¡Huyamos!
¡Este tonto no controla sus emociones!
Después de una gran corrida, caemos rendidos a la arena.
Parecíamos garrobos asoleándose…
— A partir de ahora… solo nos acercaremos a mujeres de nuestra edad y que estén en grupos…
Supongo que sería lo mejor…
Si la policía ve que una mujer adulta está con nosotros que somos menores se podría haber metido en problemas…
Pensé que esta sería una misión muy fácil…
— Oigan, esas chicas que están jugando futbol se ven jóvenes.
Todos volteamos a ver al lugar que Kenji nos señaló.
— ¡Vamos, Uraseku-kun! — dice Sora poniéndose de pie.
Se recuperan demasiado rápido de la derrota…
— Eh… no soy bueno en los deportes…— le respondo mientras giro mi rostro hacia la arena caliente de la playa.
— ¡Ja! Olvidas que soy bueno en los deportes, ¡hay que ir!
Hiroki, Sora y Kenji avanzan mientras me llevan arrastrado.
Me pregunto qué es lo que quieren lograr hablando con chicas…
¿Buscan algo serio o solo algo de una tarde? No lo entiendo muy bien.
Prefiero reservarme para cuando llegue la indicada.
Al momento de llegar donde ellas estaban, me susurran al oído lo que tengo que decirles.
— ¿Qué hay chicas? ¿ustedes son de por aquí? ¿eh? Si, soy de Japón, eso está en… ¡Ay!
Mientras decía mi frase sacada de películas, Hiroki me da un golpe en la cabeza.
— ¡Solo te dije que nos presentaras!
— Bien, bien… pues somos Sora, Hiroki, Kenji y yo soy Rasec, nos preguntábamos si… ya saben, si podríamos jugar un partido con ustedes si gustan.
— Ummh… ¡está bien!
— ¡Dijo que si! — les digo a mis amigos en japonés.
— ¡Eso fue fácil!
Fue extremadamente fácil, supongo que solo quieren divertirse.
En ese caso…
Los cuatro hacemos una Jojo pose antes de comenzar.
— Vamos a jugar…
Sora se encargará de la meta, Kenji y Hiroki se encuentran adelante y yo defenderé.
Y el partido de futbol playa inicia.
Empieza normal, los cuatro nos conteníamos al jugar contra chicas, pero no contábamos con que eran realmente buenas en esto.
Nos roban el balón, y sin darnos cuenta cae el primer gol en nuestra contra.
— ¡Gol! Vamos, ¡ustedes sacan!
— ¡Ah…!
Todos quedamos confundidos, pero Hiroki intenta calmarnos:
— Eso solo fue un descuido, ¡demostremos que somos mejores!
A pesar de jugar de forma más agresiva, las chicas son tan buenas, que ni jugando en serio podíamos hacer algo.
Nos golean.
— ¡Estamos perdiendo! — dice Sora.
— ¡No me digas! — le respondo de forma sarcástica.
Esto requiere medidas extremas… pero no importa… ¡porque tengo el diamante de la esperanza!
— Escuchen todos, tengo una idea, Kibō… si me ayudas con esto… ¡te dejaré salir!
Dicho eso, suelto un fuerte grito y emano mi aura.
— ¿Eh?
— No sabía que los japoneses podían transformarse en la vida real. — dice una de las chicas.
Sora parece más sorprendido que las chicas.
— ¡Hiroki, pásamela!
— ¡Chikara!
Hiroki también reúne su poder.
Sora se la pasa a Kenji y este se la pasa a Hiroki.
— ¡Ahí va!
Hiroki me la pasa en el aire.
Al momento de saltar, empiezo a girar tan rápido para estar seguro de que tomo todo el impulso posible.
Cuando llega la pelota, preparo la chilena, y pateo.
El golpe es tan fuerte que el balón empieza a crear una onda de arena a sus alrededores, el balón se acerca a la meta, golpea a la portera y entra rompiendo la red.
¡Es un golazo!
— ¡Sí! ¡lo hicimos, lo hicimos!
Los cuatro celebramos que… ¿nos ganaron siete a uno? qué importa…
— Y bien chicas, ¿si saldrán con nosotros…?
…
…
¿Qué pasó? ¿Kuroda-san, eres tú?
Capítulo 11 parte final
— Al fin despiertas.
— K-Kuroda-san…
Me encuentro en nuestra habitación del hotel, Sora parece estar dormido en su cama mientras que Kuroda-san ha estado vigilándome.
— ¿Q-qué sucedió?
— Unas chicas los noquearon, tienes suerte de que estuviera cerca para traerlos
— Si, que suerte que… ¿qué nos noquearon quienes?
¡¿N-noqueados por unas chicas?! ¡¿estos diamantes funcionan solo con hombres o qué?!
— Sakurai-san me ayudó a traerlos…
Miru-chan…
— Como sea, vuelve a dormir, mañana salimos temprano, Zeido-san.
Después de todo, Kuroda-san parece ser alguien muy amable…
Maldita sea, no creí que esa chicas llegarían hasta el punto de noquearnos…
En fin, mañana será un largo día, será mejor que cierre mis ojos y descanse.