Capítulo 10 parte 3
Después de decidir el lugar al que podíamos ir, todos se separan para iniciar los preparativos.
Por algún motivo, tengo el contacto del presidente eterno de mi país, Nayiks, así que le facilito el número a Makoto.
Makoto procede a hablar con el presidente a través del embajador japones de El Salvador.
— ¡Oh! ¡el presidente ha dicho que nos hará un descuento si hablamos positivamente del país!
Supongo que el presidente se emocionó demasiado…pero al parecer, todo le está saliendo bien a Makoto.
Mientras el habla por teléfono, los demás miembros del consejo estudiantil ordenamos la sala.
— Voy pasando.
Dijo Sora mientras carga muchos libros.
Retrocedo para dejarle pasar, pero sin querer, choco con Kuroda-san quien estaba atrás de mí.
Estaba cargando una carpeta con hojas de papel que cayeron al piso cuando me tropecé con él.
Le ayudo a recoger las hojas, pero al verlo a la cara noto algo rojo y muy brillante, sin embargo, rápidamente lo cubre con su cabello.
Realmente creo que he visto algo raro… no lo sé… no creo que el cabello brille tanto.
A menos que use un muy buen acondicionador.
Ambos nos ponemos de pie y hacemos una leve reverencia.
— Lo siento. — decimos ambos al mismo tiempo.
Justo en ese momento, llega Makoto y alegremente se abalanza sobre nosotros dos.
— ¡La llamada fue un gran éxito! El presidente de tu país nos ha facilitado más de la mitad del trabajo ¡podemos irnos a casa!
— S-si…— respondemos Kuroda-san y yo al mismo tiempo.
Me pregunto porque ni Kibō ni Ai salieron en la reunión a pesar de que ya todos los conocen.
Supongo que se han vuelto más comprensibles al no interrumpirnos en momentos así.
Salimos todos juntos del instituto, la noche estaba comenzando a aparecer.
Realmente pasamos mucho tiempo ahí adentro esperando a que Makoto consiga acordar algo con el embajador y el presidente.
Veo como todos se van con por lo menos un acompañante de vuelta a sus casas, pero Kuroda-san va solo dirigiéndose a un lugar que parecía no tener casas.
Yo por otro lado voy con Makoto y Miru-chan.
— ¿Él siempre es así? — les pregunto.
— ¿Te refieres a Yoshihiro? Que no te intimide, cuando toma confianza suele ser alguien platicador, aun así, no sé mucho sobre él. — me responde Makoto.
— Es verdad, es un poco cerrado, nadie sabe dónde vive realmente.
Mi curiosidad por Kuroda-san despierta aún más, quizás solo es un poco tímido.
— ¡Ah! Lo siento, tengo que irme. — dice Makoto de forma inesperada. — Tengo que romper un récord en el gimnasio.
— ¿Eh? Ah… sí, creo que tu pequeña hermana rompió todos los récords…— dice Miru-chan.
— ¡¿Cómo sabes eso?! ¡no difundas esa información!
Tan pronto como dijo eso, se fue corriendo.
Miru-chan y yo nos quedamos solos.
E-espera, ¿su hermanita?
— ¿Ha-hablas de Chisato-chan? — le pregunto con mucha curiosidad.
— Sí, es bastante buena en los deportes como su hermano.
¿Chisato-chan? ¡¿rompió los récords del gimnasio?! ¡para hacer el de salto en trampolín tenía que romper el techo!
— Y-ya veo… no lo parece.
— Es muy atlética después de todo, Neko-chan y yo quedamos sorprendidas
Supongo que eso sucedió la vez que fueron a entrenar al gimnasio de la ciudad.
…
Miru-chan camina a mi lado, tan alegre y hermosa como siempre…
El pensar en eso hace que me quede sin palabras, no sé realmente como continuar nuestra conversación…
¡Y su mano está tan cerca de la mía! Es difícil controlarme, ¡estoy temblando!
A pesar de eso, ella no parece sentirse incomoda al estar a mi lado sin que hable.
Pero aun así…
¡Maldita sea, siento que tartamudearé si le digo cualquier cosa! ¡debería retirarme de forma discreta!
— B-bueno…
Volteo a ver el cielo y me percato de que está oscureciendo bastante rápido.
— ¡A-ah, mira la hora! ¡debo llegar p-pronto a la pupusería o Seji-sensei se molestará, jaja!
— Ah… ¡ya veo…! — responde Miru-chan alegremente.
— Si, bueno, creo que mejor nos veremos mañana, Miru-chan.
Dicho eso, me doy la vuelta y continuo mi camino, pero su dulce voz nuevamente me detiene.
— Uraseku-senpai…
— ¿Eh?
Volteo a verla nuevamente, iluminada por los últimos rayos de sol y con una sonrisa me dice:
— Buenas noches.
El verla de esa forma y desearme las buenas noches hace que me sonroje, pero poco a poco logro mantener mi compostura.
Con una sonrisa en mi rostro le respondo:
— Buenas noches, Miru-chan.
Me doy la vuelta y de regreso a la pupusería me pongo a hablar solo sobre un tema personal e incómodo.
— Si hubiera visto los otros juegos que tengo, mangas y mis posters de seguro me vería como alguien raro…
Kibō finalmente sale del diamante y me dice:
— Yo los he visto, y realmente si me hacen pensar que eres alguien raro.
— Cállate, al fin apareces y solo es para decir eso.
— ¿Es normal que hables solo? Creí que me estabas hablando a mí.
— Ya, vámonos.
Una conversación tranquila es la que tuve con Kibō al momento de ir a la pupusería.
Es bastante raro que pueda hablar con él muy tranquilamente y sobre cosas personales.
La charla que tuve solo era sobre mi infancia, sobre como aprendí a surfear y por qué hablo tres idiomas.
La respuesta a todo eso siempre fue por como me educó mi padre.
Ojalá pudiera verlo…
Capítulo 10 parte 4
— Oye, ¿por qué vienes tan tarde?
Pregunta Seji-sensei justo en el momento en que entro a la pupusería.
Se encuentra empacando unas maletas muy grandes, del tamaño perfecto para ir a un viaje largo.
— ¡Buenas! — responde Kibō alegremente.
— Lo lamento, Seji-sensei. Tenía una reunión importante en el consejo estudiantil de mi instituto.
— ¿Eh? ¿tú teniendo una reunión en el consejo estudiantil? Te has vuelto hasta más responsable de lo que esperaba.
— E-eso creo…
Le respondí rascándome la cabeza para luego fijarme más en sus maletas.
— A propósito, Seji-sensei, ¿para qué son las maletas?
Chie sale del almacén con dos botellas de sake y me responde en su lugar:
— ¡Estamos empacando para ir al festival de la pupusa!
— Es verdad, usted se va antes.
Había olvidado que Seji-sensei iría al festival, afortunadamente estaré ahí para verlo.
— Y, ¿cuándo irás tu a El Salvador? — pregunta Seji-sensei.
— En una semana, ya hemos conseguido los boletos, por eso he estado en esta reunión.
— Eh, pues al parecer sí que es verdad.
Cuando lo dije era una verdad a medias porque realmente sucedió, jaja.
— Obviamente lo es, Seji-sensei, allá es noticia nacional por algún motivo.
Le respondo orgullosamente.
— Bueno, supongo que si nuestros caminos se cruzan nos podremos ver allá.
— Si, Seji-sensei.
— ¿Eh?
Kibō sale de la pupusería al enterarse que un taxi se ha aparcado afuera.
— ¿Y este taxi?
— Es nuestro transporte.
Le responde Seji-sensei.
— ¡Chie! Vámonos, ¿empacaste el sake…? Ay, ya se lo tomó…
— ¡Sha eshtá… vámonosh…! *hip*— le dice Chie borracho.
— Vámonos Chie, ocúltate cuando estemos allá.
— Shí…
Seji-sensei y Chie suben al taxi que los llevaría al aeropuerto de Tokio.
Supongo que será un viaje muy largo.
Ya dentro del taxi, Seji-sensei me dice:
— Rasec, mientras yo no estoy, cuida toda la casa y la pupusería, no te desveles jugando y vete a la escuela cuando toca.
Me lanza las llaves de la casa y la pupusería y la atrapo.
— Entendido, cuídese, Seji-sensei.
Y sin más, Seji-sensei y Chie se fueron.
— Uf…
Volteo a ver el cielo nocturno de una noche de otoño, el clima frío me hace temblar.
Sin duda, el invierno será muy duro, y con todo este problema de los diamantes lo será aún más.
— Bien, Kibō. Ya lo oíste, ayúdame a encargarme de la pupusería…
Kibō y yo entramos, pero antes de hacerlo por completo él me detiene.
— ¡Oye, Rasec! ¡pero ya casi empieza el capítulo estreno de "La chica solitaria del rock"!
— ¡Ah! Es verdad, necesito saber si al final pudo tocar en el concierto con sus amigas.
Apago todo en la pupusería, cierro con llave y decido irme a la casa.
Por suerte parecía que no habría mucha clientela.
Al no estar Seji-sensei en casa, significa que Kibō y yo pasaremos solos todo este tiempo.
Kibō suele dormir mucho, por lo tanto, me quedará tiempo de sobra para jugar esos juegos que tanto quise y sin interrupciones.
A pesar de tener más libertad, no podía dejar a un lado mis responsabilidades.
Así que, al día siguiente asisto al instituto.
Como ya es costumbre, Kenji y yo nos encontramos para charlar un poco solo que, con lo sucedido recientemente con los diamantes, Kibō se nos ha unido con toda libertad.
— ¿Eh…? ¿entonces les dijiste a todos que esos juegos eran míos porque si no pasarías vergüenza frente a Miru-chan? — me cuestionó Kenji.
— Este tonto es muy paranoico. — le responde Kibō.
— Necesitaba una forma de escapar de eso…
Me parece incluso surreal el hecho de que todos hayan normalizado tan rápido el tema de los diamantes y los espíritus teru bozu…
Kibō suele incluso pasearse por el instituto o hablar con alumnos y profesores sin ningún problema.
No es que tenga algo de malo, simplemente se me hace muy extraño como todos lo ven como algo normal tan de repente…
Y así han pasado los días.
Hiroki realiza los trabajos de recuperación, los espíritus de los diamantes me ayudan en la pupusería mientras que mis amigos entrenan.
Me encargo de cerrar el local temprano todos estos días para evitar trabajar en horario nocturno que es cuando el restaurante se transforma en un bar.
Pero como adolescente, tengo el derecho de divertirme de vez en cuando.
Al tener la casa solo para mí, y para Kibō, puede que me haya pasado solo un poco.
Capítulo 10 parte 5
— ¿Cómo vas con la recuperación, Hiroki? — le pregunta Miru-chan.
Miru-chan, Hiroki, Neko-chan, los espíritus de nuestros diamantes y yo nos encontramos hoy en la pupusería.
Al tener algunos ratos libres decidieron ayudarme.
Debo decir que es raro ver que Hiroki quiera trabajar de gratis.
— Los exámenes de recuperación fueron pesados…
Dice Hiroki de forma decaída mientras lava un plato.
— ¡Pero lo he completado! Espero que el viaje valga la pena.
Dijo ahora de forma enérgica mientras lava más rápidamente los platos.
Eso significa entonces que si podrá ir al viaje escolar.
— Bien, en ese caso, tienes que saber que iremos a El Salvador.
— ¿Erusarubadoru?
Al parecer no sabe pronunciar eso…
En fin, supongo que quedará como una sorpresa cuando se entere de a donde vamos.
Pasamos trabajando toda la tarde.
Justo ese día en la mañana, logro convencer a los espíritus de nuestros diamantes a que trabajen en la pupusería en lugar de nosotros.
Hubo un poco de oposición de parte de Miru-chan, pero al final, terminó aceptando.
Y esa misma tarde mientras ayudo un poco en la pupusería decido hacer algo que no creí hacer…
¡Decido llamar a Miru-chan!
— M-Miru-chan… sé que no te gustan mucho los juegos…
¡Que pésima forma de iniciar una conversación! ¡cuando se habla con una chica, la regla número uno es nunca hablar sobre videojuegos!
Nada de manga, nada de anime, nada de juegos, ¡nada que de mala impresión en primer lugar!
¡Maldita sea, es tan difícil!
— Pero… mientras los espíritus de nuestros diamantes se encargan del local me preguntaba s-si…
— ¿Sí?
¡Maldita sea! ¡no puedo hacerlo…!
Inconscientemente me sonrojo y me pongo nervioso.
— S-si pudieras venir a mi casa a…
…
— ¡A pasar el rato con los demás! ¡sí, eso!
…
Kibō que estaba a mi lado escuchándolo todo me dice:
— ¡Jajaja! Ni siquiera tuviste el valor para estar con ella a solas.
— Tch.
— ¡Está bien, me encantaría, Uraseku-senpai! — dijo Miru-chan-chan bastante alegre.
Nuestra cita a solas fracasó, no me esperaba otra cosa porque ni siquiera había empezado.
Rápidamente y después de finalizada esa llamada, le marco a Neko-chan.
Maldición… ahora tendré que invitar a más gente.
— ¡Ah! ¡senpai!
— ¡Neko-chan! ¡ven a mi casa! Necesitamos pasar tiempo juntos.
Después de eso cuelgo.
— Oh… s-senpai...
Ni siquiera le di tiempo de responder.
Nekoyashiki se sonroja y se recuesta sobre la cama abrazando fuertemente una almohada.
— ¿Será que podría pasar…? ¡¿lo que creo que pasará?!
Luego, rápidamente se levanta y exclama:
— ¡Necesitaré el apoyo de Chisato-chan en esto…!
De vuelta en mi habitación, necesitaba hacer lo que ya era obvio.
¡Quitaré los posters y esconderé todo lo que resulte visualmente incomodo!
— ¡Kibō, toma!
Le arrojo las llaves de la pupusería y a duras penas logra agarrarlas.
— ¡Dame las cosas en las manos, tonto! Agradece que al menos te ayudamos con esto…
— ¡Te lo agradeceré cuando acabe esto! ¡además, tú no tienes manos!
— Que desconsiderado… ten en cuenta de que te estamos ayudando.
Él tiene razón, debería empezar a tratarlo mejor.
Kibō se retira.
En los escalones para llegar a mi casa, Miru-chan, Neko-chan y Chisato-chan se encuentran.
— ¡Hola! — responde Miru-chan alegremente.
— ¿Qué haces aquí? — le pregunta Neko-chan enojada y asiendo un puchero.
— Senpai me invitó, dijo que ustedes también vendrían…
— ¡Ah!
Neko-chan se decepciona después de oír eso.
— Uh… supongo que lo malinterpretaste…— le dice Chisato-chan a Neko-chan.
— ¡TCH, TE JURO QUE LO MATARÉ!
Dice Neko-chan muy molesta mientras se le hace un corte en la cara.
Miru-chan se asusta.
— Al menos pasarás tiempo con él…— le dice Chisato-chan.
— Uf, es verdad.
El corte de su rostro cicatriza sin dejar alguna marca que diga que alguna vez tuvo algo ahí.
Al subir la montaña me las encuentro a las tres afuera.
— ¡Bienvenidas! ¿quién quiere jugar este juego de trenes y? ¿qué hace Chisato-chan aquí…?
— Hola…
— ¿Y Hiroki? — pregunta Miru-chan.
— Jeje, senpai pervertido, de seguro querías un harem…— dijo Neko-chan con una mirada picara.
— ¡Eh! ¡No!
Les respondo molesto.
— Es solo que… no tengo el número de Hiroki…
— ¡Yo tengo su número! Toma, ya le marqué.
Miru-chan me da el teléfono celular mientras le marca a Hiroki.
— ¡Gah! ¡mejor dile tú!
— ¡Ni hablar, es tu casa así que debes invitarlo tú!
¡Tch, maldita sea!
¡Ya he maldecido mucho hoy!
Mientras unas negras nubes se empiezan a formar en el cielo dorado del atardecer, hablo con Hiroki para invitarlo a venir.
— ¡E-es Miru-chan…! — dijo Hiroki muy nervioso.
Toma el teléfono, lo deja sonar un poco y finalmente contesta.
— H-hola, me encuentro algo ocupado sabes, pero para ti, supongo que podré hacer algo de tiempo, Miru-chan…
¿Esa es su forma de ligar?
Bueno, es mejor que la mía…
— Déjate de tontería, Hiroki…
— ¡Eh! ¡Uraseku! ¡¿qué haces con el teléfono de Miru-chan?!
Dicho eso, le explico todo.
Como era de esperarse y al enterarse de que Miru-chan está aquí, decide venir también.
Pasan todos finalmente a mi habitación y Hiroki me pregunta:
— ¡¿Por qué no me dijiste que estarían estas niñas?!
— ¡¿Acaso te molesto la vista o algo?! — le dice Neko-chan molesta.
Cargando una serie de juegos previamente seleccionados por mí les digo:
— Somos compañeros, así que dejen de pelear y vamos a jugar…
Dicho eso, todos nos ponemos a jugar unos cuantos juegos.
Unas nubes muy oscuras cubren los últimos rayos de luz del atardecer.
Empezamos a jugar un juego de rock.
Hiroki toca la batería, Neko-chan la guitarra, Chisato-chan el bajo, Miru-chan lee un libro en mi cama, y yo canto en el juego.
— ¡Me gusta el tono de tu piel!
Me dejo mi alma mientras canto de una manera tan pesimamente desafinada.
— ¡¿Por qué lo elegiste a él?!
Si Beethoven estuviera vivo y le ofrecieran devolverle el sentido del oído él de seguro rechazaría la oferta si me escuchara cantar y se enterraría nuevamente.
— ¡Tú me embarras en miel!
Aunque esté cantando mal…
— ¡Y te prometí siempre serte fiel!
Me estoy divirtiendo…
— ¿Qué estará cantando Uraseku-senpai? — se pregunta Miru-chan.
— Nya… — maúlla Nyakoshi como si intentara responderle.
Nadie aquí entiende lo que canto porque lo hago en español, algo bueno supongo.
— ¡Oh, sí! ¡super solo! — dice Neko-chan emocionada.
Se tira al piso mientras empieza a "tocar" el solo en el videojuego, lo hace tan mal que nos hace perder la partida…
Pero, aun así, me estoy divirtiendo…
El tiempo pasa, comienza a llover muy suavemente y a caer truenos, sin embargo, por la diversión que teníamos nadie se dio cuenta de eso.
Cambiamos de juego a uno llamado Churro Kart.
— ¡¿Cómo te atreves a tirarme ese coco?! — pregunta Neko-chan.
— ¡Tú me lo lanzaste la última vez, no te quejes! — le responde Hiroki muy molesto.
Mientras ellos jugaban, observo a Chisato-chan y a Miru-chan leer algo.
— ¿Qué lees…? — le pregunta Chisato-chan.
— ¿Eh? Ah, este manga llamado "Onii-chan no Hentai"
Umh, que bien que a una chica como ella le gusta la buena lectura.
Espera…
— ¡Ah!
— Está muy raro… ¡pero es interesante!
— ¡¿De dónde sacaste eso?!
— ¿Eh? El gato lo sacó de debajo de la cama, es el tercer volumen que me leo…
— ¡Gah!
Espero que no piense en que soy alguien raro después de eso.
Después de todo, me estoy divirtiendo…
Pasa el tiempo y comienza a llover más fuerte y los truenos empiezan a resonar por todo el lugar, aun así, seguimos sin darnos cuenta.
Mientras Hiroki y yo ponemos un juego de lucha, Miru-chan juega en la consola portátil mientras que Neko-chan y Chisato-chan la ven.
— ¡Ve hacia el otro lado! — le dice Neko-chan a Miru-chan.
— Debiste comerte la cereza… — le dice Chisato-chan.
— ¡L-lo intento, pero no lo entiendo! — les responde Miru-chan mientras juega de forma rara.
El juego que jugaríamos Hiroki y yo finalmente ha cargado y hemos pasado a la selección de personajes.
— Bien, yo seré mi avatar, Rasec. — le respondo mientras selecciono un personaje similar a mí.
— ¿Eh? ¿usas tu nombre real en un juego? Eso es raro, aunque sea inviértelo o algo…
— ¿Poner mi nombre invertido? Eso sería… ¿César? Es un nombre real, no podría… ¡Además, son los juegos de Kenji, él le puso ese nombre!
— … ¿por qué Kenji le pondría tu nombre a un personaje…? ¡y tu nombre también es real!
— Cállate y vamos a jugar…
Comenzamos a jugar mientras que de la nada comienza a hablar conmigo.
— Makoto me ha contado que tienes muchos posters de Hatsune Miku en tu habitación, dudo mucho de que puedan ser de alguien más…
¿A qué viene eso?
— ¿Eh? ¿le preguntaste eso de mí? ¿Por qué te interesa saber eso…?
— ¡Ah!
Mi contraataque funciona tan bien que lo deja sin palabras.
Los espíritus de nuestros diamantes llegan con un paraguas y llenos de la masa de las pupusas y del café en polvo.
— Eso es porque a Hiroki le gustan esos juegos. — me responde Chikara.
No me sorprende…
— ¿Cerraron bien la pupusería? — les pregunté mientras seguimos jugando.
— Sí… — me responde Kibō.
— Tienen derecho a un baño en ese caso…
— ¡Sí!
Ellos van a tomar un baño, el tiempo pasa y llueve de una forma realmente fuerte, hasta el punto en el que finalmente nos damos cuenta.
Solo yo lo sabía, pero no quise decir nada porque me estaba divirtiendo…
Sin embargo, Chisato-chan nos detiene.
— Ya es tarde…
— Es verdad, ¿cuánto tiempo llevamos jugando? — dice Neko-chan.
— Umh… ¡seis horas! — le dice Hiroki sorprendido.
¿Seis horas? Eso es muy poco, sentí que fueron más.
Apagamos todo y salimos de mi habitación hacia la puerta principal de la casa.
Al abrir la puerta, una ráfaga fuerte de viento y lluvia nos sorprende mientras que a mí se me pega la hoja de un árbol.
La tormenta está bastante fuerte realmente.
— No creo que puedan irse aún con paraguas. — les digo.
— Me da igual, yo me voy. — dice Hiroki.
Empieza a correr, pero se resbala muy cerca de las escaleras.
Antes de caer, los espíritus de nuestros diamantes lo sostienen y le ayudan a regresar.
— No seas tonto, ni yo me atrevería bajar esos escalones en estas condiciones…
— ¿Qué hacemos? — pregunta Neko-chan muy preocupada.
Umh… supongo que no hay otra opción…
Cierro la puerta y seriamente les digo:
— ¡Tienen que pasar la noche aquí! ¡si el clima no mejora es muy probable que enfermen! ¡y el viaje escolar es mañana, así que no podemos permitir eso!
Todos parecen de acuerdo, aunque muy nerviosos.
Miru-chan, Neko-chan y Hiroki les avisan a sus padres que estarán esta noche en mi casa.
— Así no podremos regresar a casa…— dice Chisato-chan tan seria como siempre.
— ¡Pido la cama de Uraseku-senpai! ¡con él incluido! — dice Neko-chan muy alegremente.
— Claro que no. — le respondo. — A menos que Miru-chan venga con nosotros…
Meto mi mano al bolsillo de mi pantalón y de ahí saco mi carta para salir gratis de la cárcel.
Supongo que al fin usaré esta carta…
— ¡Ni hablar, los chicos duermen en otro lado! — dice Miru-chan molesta y sonrojada de la vergüenza.
Al parecer, las chicas se han apoderado de mi habitación…
— ¡Ustedes duerman en la habitación de Seji-sensei!
— ¡¿EH?!
Hiroki al oír eso se sonroja de la vergüenza.
— ¡No dormiré en la misma cama que él!
Al oír eso, las chicas y yo nos incomodamos.
Obviamente no se referían a que íbamos a dormir juntos…
— Su habitación siempre está con llave, lastimosamente no podremos entrar. — les dije.
— ¡Entonces habrá que tirar la puerta! — dicen Kibō y Ai.
¡EH!
Se abalanzan hacia la puerta, pero antes de que siquiera la toquen logro detener a ambos.
— ¡Idiotas, si hacen eso es muy probable que Seji-sensei me mate!
Maldita sea… al contrario de relajarme, el sonido de la lluvia solo hace que me estrese…
— Como sea, Hiroki, duerme en el sofá si quieres… ¡y ustedes tres chicas y yo vamos a mi cama!
Hiroki me toma de la camisa antes de irme y me dice:
— ¡Ni hablar! ¡busca otro lado!
— Ewh… dormiré mejor en mi hamaca.
Me siento en la hamaca mientras que Hiroki busca una cobija y las chicas van a mi habitación.
— Bien, a dormir, mañana será un gran día…
— ¡Sí!
— Buenas noches.
Dicho eso, las luces se apagan y con el pasar del tiempo la fuerza de la lluvia disminuye.
No pasan ni 15 minutos cuando me entero de que las chicas ya están durmiendo.
Como era de esperarse, las tres durmieron juntas en mi cama…
— Pss… Hiroki, ¿ya estás dormido? — le pregunto mientras miro el techo…
— Eso intento, cállate.
— Umh… entiendo…
Saco mi celular, me pongo mis audífonos y pongo el nuevo capítulo de un anime.
— ¿Es el nuevo capítulo de Star no Children? — pregunta Kibō que llega desde la cocina.
— ¡Silencio! — le respondí tímidamente.
— ¡Ah!
Al parecer he llamado la atención de Hiroki…
— Bueno… puede que te acompañaré un rato, quizá ese anime de niñas me haga dormir.
— ¡No finjas que no te gusta! Además, no es de niñas, es un seinen… — le digo a Hiroki después de ese comentario.
Sabía que a él le gustaban esta clase de cosas…
Capítulo 10 parte final
La gran tormenta finalmente cesa.
Hiroki y yo nos desvelamos mucho viendo anime y mangas.
Es la una de la madrugada, Kibō fue a dormir hace horas al igual que los demás.
Nos encontramos leyendo Onii-chan no hentai.
— ¡Oye, no cambies la página todavía! — me dice Hiroki en voz baja.
— ¡Lee rápido! — le respondo igualmente en voz baja.
— ¿Hay alguien despierto?
¡¿EH?!
¿E-esa era la voz de Neko-chan?
Hiroki y yo muy preocupados escondemos todo.
Neko-chan enciende la linterna y me mira a mí intentando regresar a la hamaca.
— S-senpai…
— ¡Ne-ne-neko-chan! ¡¿qué haces despierta?!
Mi nerviosismo se notaba a kilómetros.
— Bajé por agua, ¿no te desperté? ¿o sí?
— Y-yo también iba por agua, ¡vamos!
Neko-chan y yo tomamos agua. Ella parece estar algo adormitada todavía.
— Parece que ha dejado de llover, senpai…
— Sabes, ahora que lo recuerdo, creo que Chisato-chan no le avisó a nadie que estaría aquí.
— Es verdad.
Saco mi teléfono y le envió un mensaje a Makoto avisándole que su hermana está en mi casa.
En las solitarias calles de la ciudad, Makoto mojado por la lluvia ve el mensaje.
— Así que está en su casa… no sé qué pensar de eso, pero… que alivio… ¡Achú! — dice Makoto.
Al parecer ha enfermado…