La pequeña intentó alcanzar el cristal de habilidad que Nial sostenía, pero Nial ni siquiera pensó en devolverle el cristal de habilidad.
Él sonrió mientras golpeaba ligeramente con su dedo índice en la frente de ella. La niña chilló mientras su cabeza se echaba hacia atrás y las lágrimas se acumulaban en sus ojos, frotándose con los dedos la zona contra la que Nial había chasqueado.
—¡Tú... me pegaste! —se quejó antes de empezar a llorar en voz alta. Nial seguía sonriendo levemente y le acarició la cabeza, ignorando que la chica sollozaba amargamente.