Los enemigos, al darse cuenta de que su intento de persuasión había fracasado, se desesperaron más. Rayna, con una voz llena de desdén, intentó un último esfuerzo:
—Piensa en todo lo que podrías lograr. Juntos, podríamos adentrarnos más en este mundo.
Lucía se rió desafiante:
—Sólo estás perdiendo el aliento. Me parece que tienes miedo de enfrentarnos.
Con cada palabra pronunciada, la resolución de Fénix Dorado era inquebrantable. Estaban unidos, un faro de amistad firme, listos para enfrentarse a sus adversarios de frente, sin importar el resultado.
Los enemigos, al darse cuenta de que sus intentos habían fracasado, apretaron los dientes de frustración. La batalla continuó, el choque del acero y la erupción de la magia llenaban el aire.
Fénix Dorado luchó con un espíritu indomable, fortalecido por su lazo inquebrantable. Estaban determinados a prevalecer y derribar a la Alianza del Destino y la Gran Dinastía.
Pero sin la ayuda de Lucía, su fuerza disminuyó enormemente.