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(En las calles de Dwargon)
El grupo no estaba exactamente cansado después de un largo día, pero no tenían intenciones de salir después del agradable masaje mientras caminaban de vuelta hacia el hotel.
El masaje fue realmente bueno, sin embargo, terminó abruptamente en pánico cuando algunos trabajadores dieron la alarma por el asesinato de la recepcionista.
A pesar del final prematuro, todos se rejuvenecieron y pasaron un buen rato.
En el lado positivo, Sebastián recobró la sobriedad lo suficiente como para estar consciente y ya no decía disparates, pero en el lado negativo, el haber recuperado su sobriedad le provocó una fuerte resaca que lo hizo un poco irritable.
—Chicos, me duele la cabeza, deberíais haberme detenido en la décima botella, creo que me pasé un poco... —dijo Sebastián mientras se masajeaba la frente