—Max escribió la primera lección del ermitaño tortuga mil veces mientras maldecía diez mil veces —dijo el narrador.
—En su corazón, Max aún no había comprendido el camino del cobarde, por lo cual despreciaba la lección a pesar de seguirla por obediencia —continuó.
—Por otro lado, Sebastián la escribió con la intención de aprenderla, estaba más que convencido con la fuerza de la tortuga vieja y quería ser un discípulo devoto —explicó.
—Se podía ver claramente una diferencia en la caligrafía entre la hoja uno y la hoja mil, ya que, mientras al principio Max y Sebastián la escribieron con esfuerzo consciente, después de escribirla unas doscientas veces se convirtió en un código mecánico en su cerebro, que se transformó en una escritura parecida a la de una receta médica después de quinientas —señaló.