La compostura de Lysandra se tambaleó momentáneamente, visiblemente perturbada por las revelaciones de Asher.
Era como si mil rayos hubieran golpeado su mente.
Siempre había temido el escenario en el que escucharía esas palabras de la boca de cierta persona, pero nunca pensó que vendrían del nuevo rey sangreardiente, un joven forastero además.
Sin embargo, recuperó rápidamente su aplomo, estrechando la mirada mientras contrarrestaba instintivamente sus afirmaciones. —Incluso si asumimos que es verdad, Agonon nunca revelaría tal secreto a nadie, ni siquiera a su asistente más confiable —afirmó con su voz teñida de escepticismo y un atisbo de incertidumbre.
Había empleado tanto esfuerzo durante años para mantener este secreto oculto. La última persona que llegaría a saberlo sería él.