—¿Eres tú el que trabaja para el legendario zorro? ¡También quiero unirme a esa fuerza suya! —gritaba un comerciante con entusiasmo.
—He oído que el estimado maestro zorro prometió abrir puestos para el comercio. ¡Quiero hacer negocios con todo y cualquier cosa producida allí! —decía otro, esperanzado.
—Por favor, déjame unirme a la fuerza del poderoso maestro zorro. Soy un maestro espiritual de grado oro y tengo mucha experiencia en el negocio de la guerra —suplicaba un tercero.
Guillermo escuchó tales preguntas entusiastas y fructíferas desde que salió de la puerta principal del fuerte. Y a diferencia de cómo lidió con la gente loca dentro del fuerte, detuvo a Ibra y a su equipo de bloquear estas y se quedó allí por horas respondiendo preguntas.