El anciano movía los brazos alrededor, hablando de manera despreocupada. Actuaba como si no estuvieran parados en el corazón de una leyendaria batalla que hizo temblar la tierra, sino en un pacífico jardín, tomando té y comiendo postres o algo así.
—¡Todos los fuertes están locos! Esto era lo que muchos, si no todos los miembros del equipo aquí presentes, pensaban al mismo tiempo, y sin ningún entendimiento tácito o acuerdo previo.
—Está bien que me cuenten historias. Quiero saber más sobre este líder suyo... Cuéntame todo lo que sabes sobre él. No te guardes ni un solo detalle, no importa cuán pequeño sea. Me encanta escuchar historias, con todo el contenido aburrido e inútil.
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Encontrarse con un maestro de espíritu tan aterrador y formidable bajo circunstancias tan especiales dejó una profunda e inmensa presión sobre todos los miembros del equipo. Sin embargo, su lado peculiar era algo que ninguno aquí esperaba.