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Rara vez sentían una sensación así, como si fueran ranas dentro de un pozo profundo. Esa formación los hacía sentir impotentes, y tal sentimiento no era tan deprimente para tales maestros. En cambio, era como esteroides, estimulando su voluntad de intentar romperla aún más. William pensó que la formación seguía un concepto que no se conocía en este mundo. Pero estaba equivocado. O para ser precisos, subestimó las mentes geniales de tan formidables maestros. Los dos maestros no lograron romper la formación, pero al menos comprendieron cómo funcionaba.
—Absorber el vasto e infinito poder espiritual universal para mantener la formación en funcionamiento es simplemente una idea genial... —dijo el director en un momento cuando se dio cuenta de este asunto.