—¿Se trata del partido? —preguntó Asher.
Sabía que actuar como si no supiera nada solo haría crecer las dudas de Alfred, así que comenzó por lo más obvio que podría haber llevado a Alfred a buscarlo.
—Podría ser —respondió Alfred, con el rostro impertérrito.
Alfred había vivido lo suficiente como para dominar el arte de ocultar sus intenciones.
Pero Asher era diferente. A diferencia de Alfred, que tenía emociones y las demostraba, la aparente indiferencia de Asher era su manera de esconder su verdadera naturaleza.
—No te criticaré por tus acciones, ya que no es mi intención hacerlo —dijo Alfred, cambiando de actitud.
Quería acorralar a Asher, pero sabía que Sylvie no lo aprobaría.
Además, Alfred no quería que Asher lo percibiera como una persona estricta que se entrometía en los asuntos ajenos, especialmente cuando no era su lugar.
Después de todo, Asher era el heredero de la familia Greville.