Anon se sentó en el suelo de la habitación, intensamente enfocado en controlar su mana. Se concentró en evitar que su mana cubriera instintivamente su cuerpo cada vez que su mente percibía peligro.
Crack
De repente, un sonido de crujido resonó desde su pierna. Era el sonido de sus huesos rompiéndose como ramitas. Su cuerpo no estaba acostumbrado a esta fuerza gravitatoria.
La presión de la fuerza gravitatoria aplastaba implacablemente los huesos y órganos internos de Anon.
—¡JODERRR... E-Eh, esa es la decimoquinta vez. Úsame el medallón. Siento como si uno de mis riñones estuviera a punto de reventar —gritó Anon, mirando a Ion.
—No, esta vez, lo usaré en la vigésima. Tus órganos internos pueden soportar esta fuerza; solo concéntrate en tu concentración. Para tu información, yo no tenía uno de estos medallones troll cuando entrenaba aquí —explicó Ion, sonriendo a Anon.
—¿Cómo pudiste siquiera sobrevivir, entonces? —preguntó Anon.