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Eren había centrado su atención en Sabueso. Los instintos salvajes que asolaban su cuerpo, gracias a la Manifestación de la Maldición, no le afectaban mucho. Sin embargo, los instintos de su Maldición eran lo suficientemente potentes como para influir en su mente hasta cierto punto.
Eren ganó una fuerza tremenda, suficiente para luchar a la par con los Hyumanos que habían practicado la técnica del Linaje Primordial hasta su apogeo. Aún así, la desventaja era que su mente se centraba únicamente en sus enemigos siempre que se desataba la forma más fuerte de la Manifestación de la Maldición.
Por poco se perdió el momento en que Sabueso decidió cambiar su objetivo y cazar a Miguel. Aunque Sabueso preferiría purificar a Miguel y llevarlo a Parliat, donde su talento sería evaluado y su posición inicial en las filas de la Alianza Humana Suprema determinada, tampoco tenía problema en matar a Miguel.
Era mejor matar a un futuro enemigo si ya no podía recuperarlo.