—Hoy ya es el 12 —observó Jonathan, echando un vistazo al reloj, que marcaba las 6:20 a.m.
—La noche del 13, la fecha en que tú y tus compatriotas regresan a su tierra natal —dijo Moss, haciendo una breve pausa—. Pero esta vez, es diferente.
—No regresaré. Ya me despedí de los que importaban —declaró Jonathan—. Paloma Blanca también. Hemos arreglado todo; solo queda entrar.
Las despedidas eran relativamente fáciles para él, ya que no eran muchas las personas a las que necesitaba ver personalmente para una despedida.
Jonathan no era particularmente extrovertido durante sus años escolares, pero tampoco era excesivamente reclusivo. Mantenía buenas relaciones con los que importaban y tenía algunos compañeros de clase a los que podía llamar amigos. Con el tiempo, al ir a diferentes escuelas, estas relaciones se desvanecieron naturalmente, y Zebulon fue la única persona que se mantuvo en contacto.