La bestia se movía como un depredador en medio del océano azul. Cada uno de sus movimientos era rápido y deliberado. Para ella, su presa ya estaba muerta antes de que llegara.
Atticus observó cómo un gran apéndice emergía de las profundidades del agua, engullendo y arrastrando hacia abajo a una de las bestias de oscuridad, dejando un rastro de sangre a su paso.
Atticus reaccionó al instante y manipuló las moléculas de agua a su alrededor.
Descendió como un torpedo, manteniendo el ritmo con la bestia. El entorno se volvía cada vez más oscuro, pero el dominio de Atticus del elemento oscuro hacía que ese hecho fuera obsoleto.
Pronto, Atticus vio como la bestia viraba y entraba en una cueva en el lateral. Sin embargo, se detuvo en la entrada de la cueva en lugar de seguirla inmediatamente.
Atticus esperó un minuto antes de cubrirse con las moléculas de oscuridad y entrar en la cueva.