—Kalle —dijo él, su voz apenas un susurro.
—¿Sí? —respondió ella del mismo modo.
—¿Estás al tanto de... parejas? ¿En el sentido Anima? Compañeros Verdaderos—personas cuyas almas están atadas por el Creador? ¿Personas que no pueden evitar amarse mutuamente?
Ella asintió lentamente, mordiéndose el labio. Sus mejillas enrojecieron de nuevo, su aroma se calentó, envolviéndolo hasta que tuvo que reprimir la llamada de apareamiento otra vez. —Puede que haya… leído algunas cosas sobre eso, sí —dijo ella, avergonzada. ¿Por qué?
Gahrye giró en su asiento, sus ojos nunca dejaron los de ella. Ella era mucho más pequeña que él, sentada en el asiento junto al suyo, cuando él se inclinó, la eclipsaba.
Pero ella no se encogió.
No parecía nerviosa ni asustada.
No se veía disgustada—ni compadecida.
Sus pupilas se dilataron y Gahrye inhaló para encontrar el hilo de deseo en su aroma otra vez.
Tragó fuerte. —¿Crees en ello? —preguntó, su voz áspera.