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Después de una larga y extenuante conversación, Morpheus se despidió de la Bruja Negra, prometiendo volver después de algunos avances con su plan. Luego fue a ver a Draven y se hizo cargo con éxito de sus responsabilidades relacionadas con el día de luto.
Afortunadamente, la atención de Draven fue desviada por su investigación del paradero de Myra.
Desde entonces, Morpheus comenzó a ocuparse de la seguridad del reino.
Pensando en cómo pasar los días restantes de su vida, Morpheus encontró un nuevo aprecio por la vida. Se sintió extrañamente entusiasta, finalmente teniendo una meta después de haber vagado sin rumbo en el pasado. Era como si se hubiera liberado de una pesada carga de sus hombros.
Al día siguiente, tras una reunión matutina en el palacio, fue a ver a Ember después de informar a Draven. Draven, acostumbrado a su actitud, no lo detuvo.
Cuando la vio, hermosa, de pie en el balcón, su corazón no pudo evitar conmoverse.