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Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Aureus tuvo la sensación de haber entrado a un mundo diferente. En lugar de otra habitación, tenía frente a él un jardín como de cuento de hadas, una vasta pradera rodeada de colinas ondulantes, las plantas florecían con coloridas flores como si estuviera en plena primavera. Mariposas y pequeños pájaros podían verse volando de aquí para allá, y uno podía incluso oír el sonido de un arroyo cercano.
La escena se sentía refrescantemente hermosa.
—¿Estoy seguro de que no había nada como esto fuera de la cabaña? —Su mirada siguió el cielo claro y brillante arriba, y cuando extendió sus cinco sentidos, tuvo otra extraña sensación.
La luz del sol no era ni demasiado dura ni demasiado brillante, el aroma de las flores ni abrumador ni dulce, los sonidos de la naturaleza eran como música, y las flores eran magníficas, ninguna hoja o pétalo se marchitaba.
Era... demasiado perfecto.
—Esto tampoco es real.