Cuando Fu Hua estuvo completamente vestido, entró a la habitación y vio a Jia Li con el ardiente vestido rojo que había conseguido para ella.
—Te ves preciosa, cariño —dijo Fu Hua con una sonrisa mientras se acercaba y rodeaba su cintura con sus manos.
—¿No crees que el vestido es demasiado corto y mis pechos sobresalen mucho? ¿No te importa que otras personas me miren? —se quejó Jia Li. Estaba sorprendida del tipo de atuendo que él había conseguido para ella.
Era un vestido rojo corto que mostraba sus muslos y su escote. Como tenía bastante busto, sus pechos sobresalían, aunque a ella le preocupaba, aunque no fuera mucho.
—Te conseguí este vestido porque quería que estuvieras ardiente para mí, y no para ninguna otra persona. No te preocupes, prometo que nadie más te verá —le aseguró Fu Hua con una voz baja y ronca, después de lo cual se inclinó para capturar sus labios en un beso apasionado.