Después de dos tonos, la llamada fue contestada.
—¡Hola, Jia Li! —dijo la familiar voz masculina en cuanto respondió la llamada.
—Hermano Huan —llamó Jia Li.
—¿Cómo estás? —preguntó Li Huan en su tono gentil habitual.
—Estoy bien. Lo siento por no responder tu llamada en la mañana —dijo Jia Li con tono apenado.
—No hay problema. ¿Cómo van tus estudios, ya casi terminas la escuela? —preguntó Li Huan.
—Sí. Solo me quedan los proyectos finales para trabajar, antes de la graduación —respondió Jia Li.
—Eso es genial.
—Hermano Huan, tengo algo de lo que hablar contigo —dijo Jia Li mientras jugueteaba con sus dedos porque estaba un poco nerviosa.
—¿Te encontraste con algún problema, necesitas mi ayuda con algo? —preguntó Li Huan preocupado por Jia Li.
—No, no es eso... Yo... —Jia Li todavía intentaba explicar su situación actual, y todo lo que había sucedido desde hacía más de dos meses, y Li Huan le prestaba atención cuando oyó una orden de su jefe directo.