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Zhao Junkai gemía en su celda. Sentía como si un camión le hubiera pasado por encima de la cabeza y luego le hubieran golpeado con un martillo. El dolor de cabeza lo mareaba y apenas podía ver con claridad, mucho menos pensar en dónde estaba.
Parpadeó un par de veces y se frotó los ojos, solo para ver nada más que oscuridad. Solo podía escuchar el sonido del agua goteando.
Arrugó la nariz cuando un olor indescriptiblemente asqueroso entró en su nariz, obstruyendo su cerebro. Se atragantó por lo pungente que era. Era como una mezcla de carne podrida, sangre y quizás hasta desechos humanos. Este lugar era horrendo. No sabía cómo había llegado aquí.
—Hola, ¿hay alguien ahí? —llamó, tomándose la parte posterior de la cabeza por el dolor.