—Yan Yan, soy yo.
—¿Qing Qing? Llamas a esta hora. ¿Está todo bien? —preguntó Qin Yan con preocupación.
—Necesito contarte lo que pasó esta noche. Fue increíble —la emoción era evidente en la voz de Qiao Qing.
—¿Qué pasó? ¡Dime ya! —Qin Yan estaba impaciente por saber.
—¡Felicitaciones! Estoy muy contenta por ti, Qing Qing —exclamó Qin Yan, compartiendo la felicidad de su amiga.
—Gracias, Yan Yan. Pero todavía estoy muy preocupada —confesó Qiao Qing.
—¿Preocupada? ¿Por qué? —la pregunta de Qin Yan fue directa.
—Realmente me preocupa cómo reaccionarán sus padres. Tú conoces mi marca de nacimiento, y no puedo evitar pensar que pueda ser un problema para ellos —Qiao Qing no pudo ocultar su inseguridad.
—Qing Qing, entiendo por qué estás preocupada. Es natural tener estas inquietudes. Pero recuerda, eres una persona increíble, y aquellos que realmente se preocupan por ti verán más allá de cualquier apariencia física —dijo Qin Yan gentil y reconfortantemente.