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Esas palabras burlonas trajeron a Seren de vuelta a la realidad y volvió su mirada desde su pecho hacia su rostro sonriente.
—Yo-Yo solo estaba... —Por suerte, su rostro ruborizado estaba cubierto con un velo. No sabía qué decir y luego optó por recuperar su compostura. Una vez que su esposo estuvo lo suficientemente cerca, notó las pequeñas heridas en el cuerpo de Drayce—. Dray, estás herido.
Drayce quería decir que no era nada, pero le encantaba la forma en que ella se preocupaba por él.
—¿Te duele? —preguntó ella, observando esos cortes en sus brazos y pecho, así como los grandes moretones en el costado de su estómago.
—Mmm, duele —estuvo de acuerdo.
Con una mirada de desaprobación, luego miró a su alrededor—. Entonces, ¿por qué estás aquí parado? Primero debemos tratar tus heridas.
—¿Mi Reina misma las tratará? —preguntó él, actuando como si en verdad dolieran.