El fuerte viento salado, el sonido del agua salpicando, la vista de las gaviotas volando por todos lados, todo era asombroso. Todo esto aún se sentía como un sueño para ella.
—¿Te estás divirtiendo, mi Reina?
—Sí. Nunca pensé que estaría haciendo esto.
—Conmigo, llegarás a hacer todo lo que has soñado, e incluso aquello que nunca imaginaste.
Seren sonrió de oreja a oreja debajo de su velo, ya que esta felicidad no podía contenerse fácilmente. Sus palabras eran reconfortantes y ella sabía que él haría todo lo que le había prometido.
Actuando de forma coqueta a sus palabras anteriores, preguntó —Pero, ¿cómo decidirás sobre las cosas que nunca soñé?
—Solo necesito hacer todo lo que haga feliz a mi Reina. Y es tan fácil hacerte feliz —respondió él.
—¿Fácil? —ella alzó una ceja.
—Aún eres como una niña, mi Reina. Quiero darte toda la felicidad del mundo para hacer feliz a esa niña que llevas dentro.
Ella puchereó debajo de su velo como si se quejara —Soy una mujer adulta.