Afortunadamente, el elfo de cabellos plateados parecía estar esperando esto, pues atrapó a los dos cuerpos que caían de manera oportuna con la ayuda de su magia. Y con los dos envueltos en su magia flotando a su lado, el elfo corrió al doble de velocidad que inicialmente en otra dirección.
Mientras los árboles pasaban zumbando a su lado, el Águila Divina se aferraba a su conciencia borrosa, aún sosteniendo a la inconsciente Seren en sus brazos, a pesar de no tener la fuerza para hacer nada más.
Su grupo se detuvo en un lugar al azar que no parecía nada especial para Aureus. Solo era un grupo de árboles, como cualquier otro en este denso bosque. Ni siquiera parecía haber rocas o un camino en esta zona, solo grandes árboles, arbustos y hierba silvestre.
Pero entonces, el paisaje cambió cuando el elfo hizo algo con sus manos. No había árboles, y en su lugar, había una pequeña cabaña de ladrillos rodeada por un muro.