—Esos oscuros ojos del Príncipe Heredero no guardaban hostilidad hacia la joven dama, lo cual la hizo suspirar de alivio. Aunque era una gran mejora de su impresión inicial de ella, aún no había ninguna señal de buena voluntad en ellos tampoco.
El Príncipe Theron apartó su mirada sospechosa de Esther y miró a su madre. —Saludos, Madre. ¿Deberías estar caminando así por fuera ya? —preguntó.
—Oh, querido. Eres igual que tu padre. Aunque estoy contenta de tenerte aquí, no hay necesidad de que me regañes, joven. No estoy tan frágil como para estar en cama por algo tan trivial. No fue como si esta fuera la primera vez que experimento un asesinato —dijo la Reina con una tierna mirada maternal. A pesar de su tono de regaño, se podía ver en su hermoso rostro que estaba feliz de recibir la preocupación de su hijo. Luego llevó a su hijo a caminar hacia un cenador cercano en el jardín. —¿Vienes a visitar por mucho tiempo? ¿Por qué no tomamos té juntos?
—Puedo quedarme por una hora.