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La atmósfera dentro del carruaje real era extrañamente silenciosa mientras salía del Palacio Obsidiana. Drayce era un hombre de pocas palabras y, de las muchas veces que Seren había compartido un viaje en carruaje con él, la mayoría de ellos se pasaban en silencio. Sin embargo, el silencio esta vez era diferente: se podía sentir una frialdad inusual alrededor de Drayce, dando la sensación de que estaba cubierto de espinas y era peligroso molestarlo.
Su esposo miraba fijamente y sin expresión el paisaje que pasaba fuera de la ventana. Obviamente estaba molesto y enfadado, pero Seren no sabía cómo consolarlo. Solo podía mirarlo y preguntarse sobre lo que había oído en el salón de dibujo.